El agnosticismo es una postura filosófica que afirma que los juicios y la verdad acerca de la existencia o inexistencia de Dios, así como otras cuestiones metafísicas y religiosas, no son cognoscibles o son desconocidas. Es decir, esta filosofía plantea que dichos problemas sobrenaturales no pueden ser abordados por el ser humano porque carece de los argumentos y de la evidencia física para hacerlo. El término fue acuñado por el biólogo y filósofo británico Thomas Henry Huxley en 1869, aunque varias posturas agnósticas ante las ideas metafísicas ya habían sido elaboradas desde la antigüedad. La palabra agnosticismo proviene de los vocablos griegos a- (α-), prefijo que traduce “sin”, y gnosis (γνώσις), que puede traducirse como “conocimiento”.
Los primeros problemas planteados por el gnosticismo los podemos encontrar en la filosofía hinduista, ligada a una tradición marcada por el escepticismo y la especulación. Así, en el Himno de la creación, conocido como Nasadiya-sukta en su idioma original, pregunta por el origen de los dioses y del mundo, señalando que nadie se encontraba en esos momentos para señalar cuál es la verdad. En la antigua cultura griega también podemos encontrar posturas escépticas en Protágoras, Carnéades, Pirrón, Sexto Empírico y el propio Sócrates. Así, Pirrón de Elis señalaba que nunca podríamos alcanzar la verdad sobre los problemas metafísicos, por lo que sólo podríamos tener una opinión sobre estos y no un conocimiento o una certidumbre como tal.
Más tarde, autores como Aristóteles, Tomás de Aquino, Anselmo de Canterbury y Descartes intentaron formular argumentos que probaran racionalmente la existencia de Dios. No obstante, este propósito fue abandonado gracias al empirismo escéptico del filósofo inglés David Hume, a la antinomia del filósofo prusiano Immanuel Kant y al existencialismo del filósofo danés Søren Kierkegaard. Recogiendo todo este saber, Thomas Henry Huxley desarrolló los conceptos de agnóstico y de agnosticismo frente a las ideas de incondicionado, de William Hamilton, e incognoscible, de Herbert Spencer. Más tarde, el escritor escocés William Stewart Ross, conocido por su seudónimo como Saladin, abogó por el agnosticismo en lugar del ateísmo desarrollado por Charles Bradlaugh, pues suponía una exploración espiritual sin conclusiones menos drástica que la negación a priori. Su postura filosófica se puede encontrar en su libro Why I am an Agnostic, publicado en 1889, en donde llega a afirmar que el agnosticismo es opuesto al ateísmo.
Poco después, el político y abogado estadounidense Robert G. Ingersoll, un gran orador del siglo XIX, fue conocido como el Gran agnóstico por promover el agnosticismo en sus discursos. En uno de sus discursos más famosos, Why I Am Agnostic, llegó a afirmar que el agnosticismo era una cuestión de honestidad ante la ignorancia, en tanto que señalar que no se sabe la verdad acerca de los temas metafísicos era más coherente que irse por la aprobación o la negación sin argumentos ni pruebas. Por su parte, el filósofo y escritor británico Bertrand Russell en su discurso Why I Am Not a Christian, recogido más tarde en un libro homónimo, afirmó que fácilmente podía negarse la existencia de un Dios benevolente y omnipotente, pues el mundo estaba lleno de injusticias; mientras que refutar la existencia de una esencia superior y no antropomórfica era imposible. Además, señala que discutir la existencia de Dios, entendiéndose por este el dios cristiano, es equivalente a discutir la existencia de los dioses griegos.
En la actualidad, se pueden encontrar distintas formas de agnosticismo, aunque usualmente se le equipara con el ateísmo y otras formas de pensamiento no religioso. Aun así, las posiciones agnósticas han sido y son criticadas tanto por ateos como por religiosos. Los primeros creen que se trata de un ateísmo disfrazado que busca evadir la etiqueta de “ateo”; mientras que los segundos ponen en duda la certeza sobre la incertidumbre, en tanto que no se puede estar seguro de que no se sabe o no se puede conocer la existencia de Dios. Mientras tanto, se ha desarrollado otra corriente filosófica relacionada al agnosticismo, el ignosticismo. Esta defiende que las cuestiones sobre la existencia de Dios o de fenómenos sobrenaturales deben pasar primero por una definición de lo que es dicha entidad o fenómeno.
El agnosticismo se ha dividido en las siguientes vertientes:
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