¿Qué es el capitalismo?

El capitalismo es un sistema social y económico fundamentado en la propiedad privada como medio de producción para fines lucrativos, es decir, para la acumulación de capital. Así, las inversiones y las decisiones financieras están basadas en las valoraciones de los propietarios de la riqueza, y la distribución y los precios de los productos y servicios están basados en la oferta y la demanda, así como en la competencia entre los productores. Si bien a lo largo de la humanidad ha existido el intercambio de productos entre personas y entre culturas, no es sino a partir del siglo XVI cuando puede hablarse estrictamente del capitalismo como el sistema económico que sustituyó al feudalismo. Este fenómeno puede verse a lo largo de la caída de las monarquías absolutistas por sistemas políticos modernos, que permitieron el florecimiento de una nueva economía. Luego de esto, la revolución industrial terminó de constituir el sistema capitalista al desarrollar el trabajo asalariado y los medios de producción. Algunos autores piensan a Adam Smith como el padre del capitalismo, pues fue quien fundó las bases del libre mercado.

¿Cuáles son las características del capitalismo?

Las principales características del capitalismo son:

Propiedad privada: el capitalismo defiende que las personas puedan poseer productos, bienes y medios de producción, a partir de cuya explotación pueden generar ganancias. Esto se definiría en el derecho de las personas a poseer, obtener, emplear, dejar en herencia, controlar y alquilar todo aquello que pueda ser considerado como una propiedad, como es el caso de las empresas, las acciones, el dinero, las viviendas, los automóviles, etc. Los capitalistas defienden que la propiedad privada permite que la sociedad civil se equipare en fuerza al Estado, pues goza de la capacidad para poseer, invertir y producir. Gracias a ello, los productores constituyen un poder alternativo al político.

El capital como eje de la sociedad: el capitalismo señala que el eje de la sociedad es la acumulación de capital, tanto a nivel individual individual como de las corporaciones. Esta acumulación representa crecimiento económico que, a partir de los impuestos y las inversiones del sector privado, mejoran las condiciones de vida de las personas de una sociedad. No obstante, este aspecto el capitalismo es fuertemente criticado por promover la desigualdad y constituir multimillonarios que gozan de gran poder e influencia en la sociedad, por lo cual son capaces de actuar sobre esta para sus propios fines. También se critica esta visión de mundo por ser demasiado consumista y materialista, promoviendo un estilo de vida en el que todo se vale con tal de alcanzar la riqueza.

Estratificación de la sociedad: como se ha visto anteriormente, el capitalismo, al permitir el enriquecimiento de ciertas personas por medio de la acumulación de capital, genera distintas clases sociales que se ven diferenciadas por sus ingresos. Esto se ve reflejado en grandes diferencias en el estilo y calidad de vida de unas personas y otras, especialmente en la calidad de los servicios que reciben de las instituciones públicas y las privadas.

Movilidad social: a pesar de la estratificación de la sociedad en distintas clases sociales según su ingreso, el capitalismo promete que las personas pueden ascender de una clase a otra si estudian y trabajan lo suficiente, o consiguen innovar en el mercado. De igual forma, las personas pueden descender a la pobreza si toman malas decisiones económicas. En ese sentido, los capitalistas defienden que cada persona vive en las condiciones que ella misma ha generado para sí; aunque en la práctica hay muchos factores que impiden o facilitan la ascensión social más allá del mérito, como la corrupción y la falta de oportunidades.

Libre mercado: el capitalismo necesita del libre mercado para sustentarse. El libre mercado hace referencia a libre circulación de bienes, la libertad para tasar precios y la libertad para producir. Sumado a esto, también se promulga la libertad de empresa y asociación.

Oferta y demanda: el modelo capitalista se sustenta a partir de la oferta y la demanda, pues este mecanismo regula el precio de los bienes y los servicios. De tal forma que, si un producto es escaso, su precio es mayor por su “exclusividad”; en contraposición, cuando un producto es muy abundante y no hay una demanda de este lo suficientemente grande, su precio se desploma. Un ejemplo muy claro de esto es la devaluación de las divisas, cuyo valor cae cuando las personas prefieren otra moneda con mayor seguridad.

Competencia: además de la oferta y la demanda, la competencia es uno de los factores fundamentales del modelo capitalista, pues permite que distintas empresas puedan ofrecer distintos productos para que el consumidor final pueda escoger el que mejor le convenga. De esta manera, la libre competencia impide que se erija un monopolio sobre la producción de determinado bien o servicio, pues el monopolista, al ser el único productor del mercado, tendría el poder para exigir un precio artificial. Por tanto, la competencia es uno de los pilares sobre los cuales se autorregula la economía. Si bien el Estado es quien debe regular la competencia para que sea justa entre los participantes, todavía se pueden apreciar varios casos de monopolio en la actualidad.

Libertad del trabajo: dado que el crecimiento del capital depende que se puedan producir bienes y servicios, se necesita que haya trabajadores encargados de las distintas etapas de producción para que dichos bienes y servicios lleguen al consumidor final. No obstante, a diferencia de la esclavitud, una persona puede aceptar o negar un trabajo; aunque en muchos casos las personas se ven presionadas a ocupar cargos de trabajo que no quieren por necesidad. La forma en que se regula el trabajo entre un obrero y un empresario es por medio de un contrato de trabajo, cuyas condiciones (como el salario, la carga horaria, el lugar de trabajo, etc.) varían dependiendo de distintos factores, como el país, la educación que tiene el trabajador, el cargo, el riesgo laboral, etc.

Reducción del Estado: el capitalismo defiende que la economía puede regularse a sí misma, por lo cual el Estado no debería intervenir en esta. La intervención estatal, manifestada en el control de los precios, la estatización de las empresas privadas, la imposición de aranceles y otras prácticas políticas, distorsionaría las relaciones entre productores y consumidores, y alteraría el terreno en donde se lleva a cabo la competencia productiva. Aun así, después de la Gran Depresión y de la implementación de las propuestas económicas de Keynes, los Estados suelen tener un papel discreto en la economía, promoviendo leyes que permiten un arbitraje justo entre los actores económicos, protegiendo la producción nacional de los bienes producidos a un menor costo en el extranjero y haciendo públicos los servicios fundamentales de la población, como la educación, la salud, la energía y el agua, entre otros.