La contaminación atmosférica, también conocida como contaminación del aire, es la presencia de gases o partículas en del aire de la atmósfera terrestre que modifican su composición, provocando distintos daños ambientales, como la destrucción de la capa de ozono, la lluvia ácida o la producción de smog. Además de esto, también puede perjudicar al ser humano y a otros seres vivos, pues produce malos olores, disminución de la visibilidad, daños cutáneos y enfermedades de todo tipo, principalmente respiratorias. Si bien hay distintos procesos naturales que contaminan la atmósfera, como las heces del ganado, los incendios forestales o las erupciones volcánicas, este problema se ha agravado desde la revolución industrial, a mediados del siglo XVIII, por la actividad humana.
Los principales gases contaminantes de la atmósfera son el monóxido de carbono, que es supremamente tóxico para los seres vivos y que es producido por la combustión incompleta; el dióxido de carbono, producido naturalmente y por la actividad humana y que es responsable del efecto invernadero; el monóxido de nitrógeno (óxido de nitrógeno), producido por la quema de combustibles y que rápidamente se descompone en dióxido de nitrógeno y más tarde en ácido nítrico, produciendo la lluvia ácida; el dióxido de azufre, producido principalmente por la combustión de carbón y responsable también de la lluvia ácida.
Además, también son contaminantes del aire el metano, producido por la descomposición de la materia orgánica y por la defecación y digestión de los grandes animales herbívoros, produciendo el efecto invernadero; el ozono, que conforma la capa de ozono en la estratósfera, pero que se considera como un contaminante cuando está en la troposfera, perjudicando el desarrollo de las plantas y produciendo irritación en las personas; los clorofluorocarburos, pues destruyen la capa de ozono; el moho, que genera esporas que pueden ser perjudiciales para la salud; el polen, que provoca alergias cuando se combina con los residuos de combustibles en el aire; y el polvo, que se diluye en el aire modificando su composición.
Si bien los anteriores son los gases o las sustancias que pueden contaminar el aire, estos son enviados a la atmósfera por unas actividades concretas. Estas son la quema de combustibles fósiles, como el gas natural, el petróleo y el carbón, que generan CO2, CO y otros gases contaminantes
Las principales consecuencias de la contaminación atmosférica son la lluvia ácida, provocada por el óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre que se acumula en las nubes junto con el vapor de agua y que luego cae en forma de lluvia; el efecto invernadero, que acumula la energía térmica producida por el sol y por las actividades terrestres, impidiendo su liberación al espacio e incrementando así la temperatura
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