El creacionismo es una teoría filosófica y religiosa que busca explicar el origen de la vida y del universo como propios de una entidad divina. Los principales teóricos y creyentes del creacionismo se basan en la historia presentada por el Génesis, en donde el ser humano no proviene de un proceso evolutivo sino de la creación de Adán y Eva por parte de Dios. Así, el creacionismo se encuentra en oposición al evolucionismo y a la teoría de la selección natural de Charles Darwin. No obstante, algunos defensores del creacionismo defienden una lectura figurada de la Biblia, en la que los seis días en los que fue creada la Tierra por Dios son en realidad días cósmicos, que podrían traducirse como millones de años.
El creacionismo se divide en dos grandes corrientes:
Creacionismo clásico: este tipo de creacionismo parte de las escrituras de la Biblia y se empeña en negar todas las pruebas científicas existentes sobre la teoría de la evolución biológica, como son los fósiles y los estudios genéticos. De esta forma, el creacionismo clásico sostiene que las especies actuales provienen del arca de Noé, construida para albergar dos animales de cada especie y salvarlos del Diluvio Universal.
Creacionismo Contemporáneo: este tipo de creacionismo niega la evolución a partir de argumentos que van más allá del ámbito religioso. De esta forma, en algunos casos llega a hablarse de creacionismo científico, pues se utilizan conceptos propios de las ciencias naturales. No obstante, dado que esta corriente de pensamiento no aplica el método científico, es considerada como una pseudociencia.
Los principales argumentos a favor del creacionismo, aunque muchos han sido rebatidos por la Ciencia, son:
La perfecta adaptación de los seres vivos a su hábitat responde a un diseño inteligente, y ese diseñador es Dios. No obstante, los científicos han rechazado esto afirmando que los organismos se adaptan a los ecosistemas en los que se encuentran inmersos para sobrevivir.
No se ha encontrado el eslabón perdido del hombre, por lo que no puede afirmarse que es una especie que evolucionó de los monos. Sin embargo, los científicos han puesto en duda o abandonado el término de eslabón perdido, propio del siglo XIX. Aun así, se sabe que la especie intermedia entre el hombre y el mono son los bípedos del género Australopithecus, cuyo principal representante es el fósil de Lucy.
Los fósiles de animales prehistóricos pueden corresponder a animales más recientes. Esta afirmación no tiene mucha validez pues los todos los fósiles son sometidos a análisis para determinar su edad. De igual forma, los fósiles encontrados de animales prehistóricos se pueden contar por decenas de miles.
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