El gobierno del emperador Yongle (quien reinó desde 1402 hasta 1424) marcó el punto más alto de esplendor de la dinastía Ming, y durante su reinado se llevaron a cabo los más importantes logros por los cuales es recordada la dinastía. Habiendo ascendido a emperador de manera algo dudosa, luego de una rebelión en la que terminó por morir el anterior emperador y sobrino suyo, Jianwe, a quien decía querer proteger, junto con toda la familia de este y buena parte de la corte, una de las preocupaciones principales de Yongle durante todos los años que ocupó el trono fue la de legitimar su mandato, y para ello se embarcó en una serie de proyectos monumentales que dejaran constancia de su tiempo y de su buena gobernanza, tanto entre sus súbditos como para la posteridad.
Así, una vez asentado en su gobierno relegó Nankín, la capital original de los Ming en el sur, a un estatus de capital secundaria y trasladó la corte hacia el norte, a Pekín, donde mandó construir la Ciudad Prohibida, el complejo palaciego que sirvió de residencia al emperador y a toda su corte a partir de entonces, y que aún subsiste como uno de los tesoros culturales de la China moderna. En este proyecto empleó a cientos de miles de trabajadores y le tomó más de quince años para realizarse.
También se restauró el trazado del Gran Canal, el cual había estado abandonado desde los últimos tiempos de la dinastía Yuan, a fin de garantizar el aprovisionamiento para la capital, y se adelantaron los primeros trabajos de reconstrucción y reforzamiento de la Gran Muralla, sobre todo en torno a Pekín, que fueron finalizados medio siglo más tarde. Entre otros logros, el emperador encargó la construcción de la famosa Pagoda de Porcelana de Nankín, una torre hecha con ladrillos de porcelana blanca que fue uno de los edificios más altos y bellos de China hasta su destrucción en el siglo XIX, y llamó a miles de eruditos a su corte para realizar una labor de recopilación de las tradiciones culturales chinas que tuvo como resultado la redacción de la Enciclopedia Yongle, un fabuloso e inmenso tratado de más de veinte mil volúmenes acerca de los temas más variados (arquitectura, arte, literatura, astronomía, geología, historia, ciencias naturales, tecnología y religión, así como también descripción de eventos extraordinarios y fuera de lo común), que se perdió de manera lamentable y misteriosa, y del cual solo se hizo una copia un siglo después que también fue destruida o disgregada con el paso de los años, recuperándose hasta la actualidad tan solo unos cuatrocientos volúmenes.
Pero una de las empresas más fastuosas durante el reinado de este emperador fue la construcción de una gigantesca flota de barcos, al mando del conocido almirante Zheng He, que realizó no menos de seis expediciones por todo el Océano Índico hasta alcanzar las costas de África occidental, estableciendo de este modo importantes relaciones comerciales y diplomáticas con países como Indonesia, Siam, la India, Ceilán, Arabia y Somalia, en el cuerno de África. Una teoría reciente y muy controvertida sostiene que incluso habrían alcanzado las costas de América, setenta años de la llegada de Cristóbal Colón al nuevo mundo. Sea como fuere, lo cierto es que estas expediciones resultaron demasiado costosas y no fueron compensadas por el valor de los tesoros que traían de vuelta, por lo que fueron finalmente abandonadas y China se recluyó finalmente en un aislacionismo cada vez más cerrado propiciado por las élites confucianas. A nivel diplomático, las expediciones tampoco produjeron nuevas anexiones territoriales, debido a que no tenían un carácter colonial ni imperialista sino más bien científico y exploratorio.
Hacia el final de su reinado, el emperador Yongle debió hacer frente a varias situaciones conflictivas que minaron seriamente su capacidad de gobierno, pues sus campañas de sometimiento tanto de los vietnamitas al sur como de los mongoles al norte resultaron más bien infructuosas y no resolvieron nada, además de que se produjeron diversas epidemias y hambrunas que diezmaron la población, todo lo cual tuvo como efecto un severo déficit fiscal que desestabilizó las finanzas del imperio. Sus sucesores debieron combatir esto y a pesar de que la dinastía logró sobrevivir se inició a partir de entonces un gradual proceso de declive del cual ya no volvería a recuperarse.
El emperador Yongle murió en 1424, tras de lo cual empezaron a evidenciarse problemas tanto a nivel sucesorio como administrativo. Se le recuerda como uno de los más grandiosos emperadores de China, si bien su carácter megalomaniaco arroja dudas acerca de la legitimidad de su mando y se cuestiona también su política de derroche como uno de los factores determinantes del declive del imperio en las décadas subsiguientes.
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