La economía de argentina es la tercera más grande Latinoamérica, sólo por detrás de la brasilera y la mexicana; es la cuarta más grande del mundo iberoamericano, detrás de España, Brasil y México; y se encuentra dentro de las 30 economías más grandes del mundo. Esta posee un PIB nominal de 608.395 millones de dólares (puesto 21), un PIB pér capita de 14.466 (puesto 57), una inflación de 48,5%, un índice de desarrollo humano (IDH) de 0.825, una fuerza laboral de 20.052.816 personas, un 33% de su población bajo la línea de pobreza y una tasa de desempleo de 9,6%.

La economía argentina se encuentra distribuida de la siguiente manera: sector terciario, 60,9%; sector secundario, 28,2%; sector primario, 10,9%. Los principales productos de exportación de la economía argentina son: Manufactura de origen agropecuario, 39,7%; manufacturas de origen industrial, 33%; productos primarios, 18,7%; y combustibles y energía, 8,6%. Los principales destinos para estos productos son Brasil, Estados Unidos y China. Por otro lado, los principales productos de importación son: bienes intermedios, 33,4%; piezas y accesorios de bienes de capital, 18,5%; bienes de capital, 17,3%; bienes de consumo, 13,5%; combustibles y lubricantes, 11,5%; automotores para pasajeros, 5,3%; otros, 0,5%. Los principales países responsables de estas importaciones son Brasil, China y Estados Unidos.

Antes de la conquista, la economía de los pueblos que habitaban el territorio argentino estaba basado en la agricultura y la caza, comerciando entre sí a través del trueque. Cuando comenzó el periodo de conquista, las actividades de los españoles se transformaron radicalmente cuando Juan Díaz Solís descubrió el Río de la Plata. Deseoso de conectar las minas de Potosí con la costa, la corona española fundó la ciudad de Buenos Aires, que prontamente se convertiría en el principal centro de actividades de la región. No obstante, esta zona se vería opacada por los territorios mexicanos o peruanos, que poseían gran cantidad de oro y demás metales preciosos. Sumado a esto, las luchas con los pueblos originarios impidieron la ocupación de las tierras y los procesos de mestizaje.

Para finales del siglo XVI, esta situación cambió cuando se introdujo la técnica de amalgama con mercurio, que permitió extraer la plata del Alto Perú que antes no había podido ser posible obtener. Así, pese a las órdenes de la corona española de transportar el metal por el puerto de Lima; muchos viajes se realizaron por el puerto de Buenos Aires. Por lo que la corona rápidamente prohibiría el comercio desde ahí. Durante el siglo XVIII, España y Portugal se enfrentaron por el dominio del río de la Plata hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776. Cabe destacar que, a lo largo del periodo colonial, la esclavitud no fue determinante en la economía argentina, pues llegaron al menos 100 mil esclavos que fueron destinados, en su mayoría, a otros territorios americanos por la falta minas y cultivos de caña de azúcar.

Luego de la declaración de independencia en 1816, el país dejó de depender de las actividades mineras del Alto Perú, por lo que su población migró hacia el sur del país. A partir de 1820, las fronteras de la nación se extendieron por las Sierras Pampeanas; y en 1833, se extendieron hasta el río Salado gracias a la Campaña al Desierto, presidida por Rosas. Para esas fechas, el Reino Unido se convirtió en su principal socio económico. A este, el país quedó debiéndole gran cantidad de dinero, por lo que tuvo que entregarle dos fragatas que tenía construyendo en sus puertos y liquidar la escuadra naval. Por esta razón, no hubo fuerzas navales que pudieran enfrentarse a la ocupación inglesa de las Malvinas en 1833.

Para 1860, la economía argentina había tenido un crecimiento importante debido al auge del lanar. Es por ello que pudieron construirse puertos, líneas telegráficas y el Banco de la Nación Argentina. En los años siguientes, se construyeron las primeras líneas férreas y se enviaron los primeros embarques de carne y cereal

. No obstante, la nación también se endeudó con la banca inglesa debido a la guerra con Paraguay. Para finales del gobierno de Sarmiento, la deuda externa superaba los 14 millones y medio de libras esterlinas.

Para mediados del siglo XIX, Argentina experimento un crecimiento macroeconómico gracias a las exportaciones agrícolas, consolidándose como una de las grandes potencias del mundo.  Gracias al frigorífico, el país pudo exportar carne refrigerada y gracias a la Conquista del Desierto, pudo cultivar hasta 25 millones de hectáreas cuando antes sólo cultivaba 2. Seguido a esto, el país recibió grandes inversiones e inmigraciones extranjeras, ostentando el 71% de las inversiones foráneas de la región. Pasada la crisis de 1893, cuando la moneda se depreció y los inversionistas ingleses retiraron sus capitales, Argentina gozó de su máxima expansión económica debido a la Primera Guerra Mundial, pues Europa solicitaba fuertes demandas de sus productos cárnicos y agrícolas.

Tras la Crisis de 1929, el modelo agrícola fue transformándose a uno industrial, aunque con reticencia de varios terratenientes. Para 1935, las producciones del sector secundario superaron las del primario, gracias a las más de 40 mil industrias que existían en el país y que daban empleo al menos a 590 mil trabajadores. Con el final de la Segunda Guerra Mundial y las políticas de Juan Domingo Perón, Argentina se consolidó como una de las mayores economías del planeta. Sin embargo, el país llegó a estar cerca del default por las deudas contraídas por la dictadura de Aramburu. Aun así, el país siguió teniendo buena salud económica, consiguiendo autoabastecerse de hidrocarburos e incluso exportarlos en 1958.

Estas buenas noticias dejarían de percibirse debido al plan Larkin, las protestas que le siguieron, el golpe de Estado de 1962 y el golpe de Estado de 1966, que instituyó una dictadura que devaluó la moneda, revocó los procesos de nacionalización y congeló los salarios. Así, el PIB cayó y el país volvió a depender de la importación de combustibles. Las políticas neoliberales adoptadas por la dictadura cívico-militar hicieron retroceder el desarrollo de la industria nacional y perder el nivel de vida de los argentinos por causa de la concentración de la riqueza. Para 1978, la inflación alcanzó el 160% y el PIB se contrajo 3,2%. Para 1990, la hiperinflación rondaba el 5000% y la pobreza embargaba al 47,3% de la población.

Para la década de los 90, se privatizaron los servicios públicos, el peso se hizo par del dólar y se dio la apertura económica, con lo que la economía pudo solventarse un poco. No obstante, estas políticas no solventaron las desigualdades ni la pobreza. Así, el país estuvo en recesión desde 1998 hasta el 2002, llegando a la crisis de 2001. Luego de estos problemas, la economía argentina pudo pagar algunas de sus deudas e incrementar su PIB con constancia durante los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Actualmente, la economía argentina hace parte de las siguientes organizaciones: Mercosur (Mercado Común del Sur), UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), FMI (Fondo Monetario Internacional), BM (Banco Mundial), BID (Banco Interamericano de Desarrollo), OMC (Organización Mundial del Comercio), ONU (Organización de las Naciones Unidas), OEA (Organización de los Estados Americanos), G-77 y G-20.