La regla de las tres erres, también conocida como 3R, es una estrategia ecológica que busca promover el consumo responsable y reducir el impacto ambiental. Así, las tres erres corresponden a tres actividades específicas con este fin: reducir; reutilizar y reciclar. Si bien no se sabe a ciencia cierta cuándo se acuñó este término, todos creen que fue en 1970 cuando se celebraba el Día de la Tierra, pues fue en esta época cuando se introdujeron las ideas de recurso y reciclaje, y cuando más se promovió su práctica para frenar el cambio climático.
La regla de las tres erres tiene su mira puesta principalmente en los productos de uso único, como los pitillos, las servilletas, bolsas plásticas, vasos, envases, etc., pues estos usualmente se desechan luego de ser utilizados por un corto periodo de tiempo. Por ello, resultan ser los productos más dañinos para el medio ambiente, pues suponen un constante gasto de energía y de recursos. A este problema se suma el que muchas veces estos objetos no son reciclados cuando sí tienen la capacidad para serlo, desperdiciándose así una posible vida útil.
Debido al impacto positivo que pueden tener las tres erres para la situación que actualmente vive el planeta, el primer ministro japonés Koizumi Junichiro presentó durante la cumbre del G8 en el 2004 un programa para orientar la sociedad mundial hacia el reciclaje, la reducción y la reutilización. Después de eso, los ministros de al menos veinte países del mundo se reunieron para buscar formas de implementar estas reglas en sus industriar y sociedades. Y desde entonces, las tres erres se han implementado en varias partes del mundo para mitigar los efectos adversos al medioambiente de la sobreproducción y la sociedad de consumo.
De esta forma, la regla de las tres erres consiste en las siguientes tres actividades:
Reducir: si se reduce el consumo y la compra de productos, se gastaría menos energía en su producción, transporte, almacenamiento, etc., lo cual tendría un impacto positivo para el medio ambiente. Además de esto, se reducirían los desperdicios asociados a todos estos procesos. Además de la reducción de consumo de productos, también puede optarse por la reducción de servicios, como el agua, la energía, el transporte, etc.
Reutilizar: volviendo a los productos de un solo uso de los que se hablaba anteriormente, es necesario pensar si estos pueden utilizarse por una segunda, una tercera o varias veces más, impidiendo así la compra de un nuevo producto y, en consecuencia, todos los procesos relacionados con su producción.
Reciclar: si bien hay algunos productos que son necesarios para la vida humana moderna, es necesario que sus desperdicios se reciclen para reducir y, en un futuro, reducir el impacto al medio ambiente. Cuando los recursos se reutilizan, se dejan de explotar unos nuevos y se ayuda a conservar el planeta.
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