El magnetismo, también conocido como energía magnética, es el fenómeno por el cual unos objetos con campo magnético atraen o repelen otros objetos de cierto material. Los materiales que poseen dicha característica son conocidos normalmente como imanes, los cuales actúan en varios metales, como el hierro, el cobalto y el níquel, aunque todos los objetos sufren la fuerza del campo magnético de un imán, en menor o mayor medida. A lo largo de la historia de la humanidad, el estudio del magnetismo ha permitido el desarrollo de múltiples tecnologías, que van desde la brújula hasta los parlantes.
Los efectos del magnetismo han sido conocidos desde la antigüedad. Así, por ejemplo, se sabe que estos fueron descubiertos en la Antigua Grecia en Magnesia del Meandro, y de ahí provendría su nombre. En este lugar se avistaron piedras que podían atraer objetos de hierro, los cuales atraían otros de su mismo material. Dichas piedras más tarde serían denominadas como imanes naturales. Este fenómeno fue estudiado por Tales de Mileto, en Grecia, y por pensadores de la Antigua cultura China, donde Shen Kua describiría una brújula de aguja magnética por primera vez. Más tarde, en el siglo XIII, el estudioso francés Peter Peregrinus de Maricourt escribió el primer tratado sobre el magnetismo.
En 1551, el cosmógrafo y escritor español Martín Cortés de Albacar señaló que el polo magnético de la Tierra estaba en Groenlandia, lo cual facilitó la navegación del momento. Más tarde, Franceso Sagredo y Galileo Galilei intentaron crear una máquina con ayuda de una piedra de magnetita de más de un kilo; pero fracasaron. Ya en 1600, el filósofo natural inglés William Gilbert escribió Sobre el imán y los cuerpos magnéticos y sobre el gran imán de la Tierra (De magnete, magneticisque corporibus, et de magno magnete tellure; Physiologia noua, plumiris & argumentis, & experimentis demostrata), donde detalló todo tipo de experimentos con imanes, describió por primera vez cómo los objetos eran atraídos hacia los polos de estos, diseñó el primer electroscopio, clasificó distintos materiales en aislantes y conductores, y descubrió que el efecto magnético se perdía al incrementar la temperatura del hierro.
Al estudio de William Gilbert le siguió el experimento de Hans Christian Oersted en 1820, quien observó cómo un hilo conductor con una corriente creaba una perturbación magnética de la misma forma que un imán. Más tarde vinieron los estudios de autores como el físico francés André-Marie Ampère, el matemático alemán Carl Friedich Gauss y el físico británico Michael Faraday, entre otros, quienes comenzaron a ver una relación entre la electricidad y el magnetismo. No obstante, ambos fenómenos no serían vistos como parte de uno mismo hasta que James Clerk Maxwell escribió sus famosas ecuaciones, logrando unificar la electricidad y el magnetismo en un solo fenómeno: el electromagnetismo.
Las unidades empleadas dentro del estudio del magnetismo son:
Los materiales magnéticos pueden clasificarse en:
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