¿Qué es un maniquí?
Un maniquí es un muñeco antropomorfo articulado que se usa con distintos fines, aunque principalmente en el mundo de la costura durante la confección de vestidos y la venta de los mismos. Aun así, los maniquíes también son utilizados con propósitos artísticos, militares, médicos, publicitarios y decorativos, así como en simulacros de accidentes. El término maniquí es propio de la cultura francesa y hacía referencia a los modelos articulados que usaban los artistas para sus pinturas y esculturas. Probablemente la palabra viene del flamenco manneken, que se puede traducir como “figura” o “hombrecito”. Después los maniquíes comenzaron a usarse en el mundo de la moda, como un modelo en el cual las casas de moda podían hacer las ropas con medidas universales. Este uso proviene del siglo XV,
Hacia el siglo XVIII, los maniquíes estaban hechos de mimbre y después, en 1835, comenzaron a fabricarse de alambre en París. Tras esto, comenzaron a hacerse maniquíes de papel maché a mediados del siglo XIX. En la búsqueda por unos modelos más realistas, se hicieron maniquíes de cera; aunque estos eran muy frágiles ante los golpes y el calor. Es por eso que a partir de la década de 1920 se comenzaron a producir maniquíes de yeso, que eran mucho más resistentes. En la actualidad, se pueden encontrar maniquíes de distintos materiales dependiendo del uso que se le vaya a dar; aunque los más utilizados están hechos con fibra de vidrio y plástico. Si bien los primeros no son tan duraderos y suelen ser más costosos, estos pueden lograr un alto grado de realismo. Por otro lado, los maniquíes de plásticos son baratos y resistentes contra la inclemencia del clima y del tráfico, por lo que son preferidos por aquellas tiendas que exhiben su mercancía en la calle.
Si bien los maniquíes que usan para vender prendas por lo general están dentro de una tienda, donde las personas pueden verlos con distintas vestimentas cada día o cada temporada; hay otros vendedores que utilizan los maniquíes para promocionar sus productos en línea o con catálogos, para lo cual fotografían maniquíes en lugar de usar modelos reales. En un comienzo, por un sentido de elegancia proveniente de épocas pasadas, los maniquíes solían ser delgados y poco detallados; aunque en la actualidad los maniquíes masculinos exhiben un cuerpo musculoso y algunos femeninos son mucho más voluptuosos, especialmente en el tamaño de su pecho, caderas y glúteos. Además de los usos antes descritos, también se han comenzado a fabricar maniquíes sexuales y maniquíes de compañía.
Por su parte, los artistas históricamente han utilizado maniquíes articulados, conocidos anteriormente como figuras laicas, para dibujar, pintar y esculpir figuras en determinadas poses, especialmente en aquellas que no soportaría un modelo real. Además de esto, si el ambiente es cerrado, se tiene que las ropas, las cortinas y demás telas que estén en juego con el maniquí no se van a mover. A diferencia de las fotografías, los maniquíes ofrecen una vista de tridimensional del objeto, por lo que muchos artistas siguen prefiriéndolos actualmente sobre esta tecnología. Lo mismo no ocurre con los modelos virtuales en 3D, que sí pueden verse desde diferentes perspectivas con la misma pose. En el arte, además de modelos, los maniquíes muchas veces también han sido tema o símbolo poético, como es el caso de los pintores metafísicos Alberto Savinio, Giorgio de Chirico y Carlo Carrà, así como en la fotografía de Eugene Atget.
Además del arte y la moda, los maniquíes se usan ampliamente en la medicina para enseñar a los estudiantes cómo aplicar los primeros auxilios o procedimientos quirúrgicos. También se usan maniquíes con fines militares desde la antigüedad, principalmente en el mundo oriental. Así, se utilizan para probar puntería y combates cuerpo a cuerpo, o para engañar al enemigo en el campo de batalla, como ocurrió en la Batalla de Yongqiu. Debido a su realismo, los maniquíes también han sido usados ampliamente en los parques temáticos de horror y en las películas de terror. Esto se debe al valle inquietante, un concepto acuñado por el profesor de robótica Masahro Mori, quien dice que las personas tienen una reacción de rechazo ante la apariencia y comportamiento demasiado humano de un muñeco. Aunque el término recoge elementos de otras teorías que ya decían lo mismo, expresadas por autores como Ernst Jentsch y Sigmund Freud.