La perestroika, que en ruso significaría “reestructuración”, fue una serie de políticas económicas llevadas a cabo por Mijaíl Gorbachov durante la década de 1980 para transformar la economía socialista de la Unión Soviética en una economía de mercado. Esta reforma fue llevada a cabo tan solo un mes después de que llegara al poder y tenía por intención transformar el sistema económico socialista que imperaba en la URSS para superar su estancamiento económico y poder mantenerla unida. Sin embargo, este proceso, bien visto en occidente, despertó la oposición de buena parte del Partido y de varios sectores de la sociedad, que se vieron perjudicados por esta política. De esta manera, la Perestroika, junto con el Glasnost, propiciaron una división política al interior del país, un intento de golpe de Estado y la final disolución de la Unión Soviética en 1991.
Todo comenzó cuando Gorbachov fue elegido Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética el 11 de marzo de 1985, sucediendo a Konstantín Chernenko. Por aquel entonces, la Unión Soviética se encontraba sumergida en un estancamiento económico, un descenso de la producción, un grave retraso tecnológico, una fuerte burocracia y una industria anticuada. Ante esto había surgido una nueva generación de jóvenes tecnócratas, conocida como generación komsomol, que se reunía en las instalaciones de la Unión Comunista de la Juventud para discutir sus ideas sobre posibles reformas a la estructura económica soviética. Siguiendo las propuestas de esta generación, Gorbachov propuso un programa de reformas leves que fueron aprobadas por el Comité Central. No obstante, Mijaíl pensaba que el país necesitaba transformaciones más drásticas, por lo cual promulgó un discurso en Leningrado sobre la necesidad de renovación en Leningrado (San Petersburgo) en 1985, y después efectuó más reformas, entre las que se destacan la sustitución de su ministro de Relaciones Exteriores y la regulación del alcohol; aunque esto último significo más daños que beneficios para la URSS, pues se dejaron de percibir cerca de 100 millones de rublos y se fomentó el mercado negro.
En los primeros meses de 1986, se anunció la perestroika en el Congreso XXVII del PCUS, aunque los conservadores y la élite soviética se opusieron a ella. Aun así, Gorbachov y los reformadores obtuvieron un impulso de la población tras conocerse que la información sobre el desastre de Chernóbil había sido bloqueada, por lo cual se supo que Mijaíl no tenía la culpa por la lenta respuesta a este incidente. No obstante, algunos expertos han sugerido que las reformas tenían el objetivo de justificar el estilo de vida de la élite política del Partido, conformada por personas que tenían varios privilegios de los que no podían gozar los ciudadanos comunes.
Así, poco después se introdujo la Ley de Empresa del Estado, por la cual las empresas estatales tuvieron la libertad de determinar sus niveles de producción de acuerdo a la demanda de los consumidores; aunque el gobierno dejó de rescatar a las empresas que cayeron en bancarrota. Después, hacia 1988, el gobierno de Gorbachov permitió la propiedad privada de las empresas estatales, por lo que muchas de estas fueron privatizadas. Además de esto, se decretaron más impuestos y mayores restricciones para el empleo. Seguido a esto, se permitió el comercio exterior de las industrias y las actividades agrícolas sin el consentimiento del Ministerio de Comercio Exterior, agilizando las transacciones internacionales; y también se permitió la inversión extranjera al interior de la URSS.
Sin embargo, hacia finales de la década de 1980 se evidenció que estos cambios no habían podido acelerar la economía soviética y tampoco habían logrado reformar completamente el sistema económico, pues se seguía manteniendo la inconvertibilidad del rublo, el control sobre los precios y las regulaciones sobre los medios de producción. Así, en 1990 el gobierno ya no tenía poder sobre las condiciones económicas y el gasto público se incrementó bruscamente debido a los subsidios que requerían los consumidores y a las ayudas que se les daban a las empresas estatales para mantenerlas competitivas. Sumado a esto, las repúblicas que conformaban la URSS retuvieron sus ingresos fiscales en lugar de mandarlos al gobierno central, pues en todas se estaba gestando un movimiento independentista. En conclusión, la descentralización que desarrolló Gorbachov produjo nuevos cuellos de botella para la producción, golpeando fuertemente la economía y trayendo con ello inestabilidad política. Además, la perestroika estuvo acompañada de las políticas conocidas como Glasnost, que promovieron la democratización de las actividades estatales y la eliminación de la censura. Esto supuso el fortalecimiento de la oposición, encabezada por Boris Yeltsin.
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