Los sindicatos son asociaciones de trabajadores que luchan por la defensa de sus derechos e intereses ante el Estado, los empleadores y las cámaras patronales (asociaciones de empleadores). El derecho de los trabajadores a estar afiliados a un sindicato es reconocido como uno de los derechos de todo ser humano, según lo confirma la Organización Internacional del Trabajo, fundada en 1919 y adscrita a las Naciones Unidas; y el gran Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en su octavo artículo. Aun así, la labor de los sindicatos muchas veces es criticada porque los afiliados cuentan con mayores privilegios que los trabajadores autónomos, lo que termina distorsionando el mercado. El término sindicato proviene de la palabra griega syndikos (συνδικος), conformado por los vocablos syn (συν), que se puede traducir como “con”, y dikein (δικειν), que puede traducirse como “hacer justicia”.
El origen de los sindicatos se puede rastrear en los antiguos gremios medievales, a los que estaban adscritos la totalidad de los trabajadores que compartían un mismo oficio, sin necesidad de que se hubieran integrado voluntariamente a este. Luego de que las sociedades de esta época se convirtieran en sociedades capitalistas, los gremios y los sindicatos fueron prohibidos por ir en contravía de los designios del libre mercado. De esta manera, a medida que la revolución industrial dispuso de una gran cantidad de empleos para la sociedad y cada vez más personas se unieron al mundo laboral, las entidades gubernamentales y los empleadores comenzaron a prohibir las asociaciones entre trabajadores y a perseguir a los líderes de los sindicatos tempranos denunciándolos por conspiración.
Así, las organizaciones sindicales fueron ampliamente reprimidas durante los primeros años de la revolución industrial; pero esto no impidió la organización de pequeños sindicatos hacia 1818, cuando se fundó la Unión General de Comercios, que ocultaba su actividad sindical bajo el nombre de Sociedad Filantrópica de Manchester. Los primeros sindicatos fueron reunidos después en la Asociación Nacional para la Protección del Trabajo fundada por John Doherty, que recogía trabajadores textiles, herreros, mecánicos y demás trabajadores. Hacia 1831, el número de afiliados de esta organización ascendió a más de 20.000 trabajadores y se comenzó a publicar el semanario Voice of the People. Poco más tarde el socialista radical Robert Owen fundó la Gran Unión Nacional de Comercios Consolidados, aunque poco después colapsó; y se crearon otros sindicatos permanentes menos radicales que tuvieron mayor éxito y mejores recursos, como el Trades Union Congress.
Ante la emergencia de los sindicatos, varios economistas comenzaron a tenerlos en cuenta dentro de sus estudios sobre la economía, como es el caso de John Stuar Mill. Este, en Principios de economía política, señaló que la regulación ejercida por los sindicatos sobre las condiciones laborales era beneficiosa tanto para los empleados como para los empleadores, y, por tanto, para la economía misma. Así, este tipo de opiniones calaron en los gobiernos y en los patronales de distintos sectores, tanto en el Reino Unido como en otros países industrializados donde también comenzaron a surgir sindicatos, como fue el caso de Alemania, Estados Unidos y Francia. Todo este desembocó finalmente en la legalización y expansión de los sindicatos en todo el mundo a partir de 1872, tras la Comisión Real de Sindicatos. No obstante, para combatir la asociación sindical, en la década de 1930 se popularizó el llamado “contrato de perro amarillo” (yellow dog contract), en que el empleador le exigía al trabajador que no se afiliase a ningún sindicato para poder emplearlo. Esto finalmente fue abolido en 1932 por la Ley Norris-LaGuardia; aunque este tipo de prácticas se pueden encontrar desde 1870, cuando se utilizaban contratos conocidos como “documentos infames (infamous document
Los sindicatos se pueden clasificar de diferentes formas. Dependiendo del volumen de trabajadores representados, se pueden enumerar los siguientes tipos de sindicatos:
Dependiendo de la inmediatez y forma de representación, los sindicatos se pueden clasificar también de la siguiente forma:
Además de estas clasificaciones, también podemos encontrar varios tipos de sindicatos dependiendo de su alcance:
Además de los casos anteriores, también se puede encontrar el caso de los llamados sindicatos amarillos, sostenidos y fundados por el mismo empleador o por el gobierno, por lo que realmente no están al servicio de los trabajadores sino de sus fundadores y patrocinadores. El término “sindicato amarillo” también usado para designar a aquellos sindicatos poco combativos, que no luchan activamente por los derechos de los trabajadores.
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