El síndrome de desgaste profesional (SDO), más conocido como burnout por su nombre en inglés: occupational burnout), es el padecimiento que sufren los trabajadores profesionales cuando su labor implica largos periodos de estrés, provocándoles ineficiencia, fatiga crónica y negación, entre otros problemas. Este síndrome es reconocido como Z 73.0 en la Clasificación Internacional de enfermedades, aunque no reconocida dentro del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, más conocido como DSM. Pese a que dentro de la clasificación sólo se le menciona como un problema relacionado con las dificultades de la vida, en varios países se le diagnostica como el síndrome de neurastenia cuando sus síntomas están relacionados con el trabajo. Los problemas relacionados al síndrome se pueden medir a través del ABQ (Athlete Burnout Questionnaire), el CESQT (Cuestionario para la Evaluación del síndrome de quemarse por el trabajo) y el MBI, del que se hablará después.
El término de síndrome de desgaste profesional fue acuñado por H. J. Freudenberger en 1974. Las primeras ideas esbozadas por este investigador en su artículo Staff Burnout fueron enriquecidas con los trabajos de Pines y Kafry en 1978, de Dale en 1979, de Eldelwich y Brodsky en 1980, de Maslach y Jackson en 1981, de Feigley en 1984, y de Raedeke y Smith en 2001, entre muchos otros aportes. Aun así, se tienen reportes de este problema desde 1969, cuando H. B. Bradley se refirió al estrés al que eran sometidos los oficiales de policía. En la actualidad se diferencian el estrés y el desgaste profesional en que el primero trae consigo una sobreimplicación de la persona en los problemas, agotamiento físico, depresión como una reacción para conservar las energías, deño fisiológico como sustrato primario e hiperactividad emocional; mientras que el segundo, el desgaste, trae consigo una falta de implicación, un agotamiento psíquico, una depresión causada por la pérdida de los ideales, un emboamiento emocional y un daño emocional como sustrato primario.
La persona que sufre del síndrome de desgaste ocupacional, conocido también como síndrome del profesional quemado o del trabajador desgastado, puede sufrir cuatro tipos de síntomas. Estos son síntomas psicosomáticos, como el insomnio, las cefaleas y las molestias gastrointestinales; síntomas emocionales, como ansiedad, reducción del rendimiento y distanciamiento afectivo; síntomas conductuales, como el absentismo y problemas interpersonales; y síntomas defensivos, como el desplazamiento de sus sentimientos hacia otros factores o la negación de los síntomas antes descritos. Este síndrome ataca principalmente a los profesionales que ejercen interacciones duraderas e intensas con sus clientes, como los profesores, los médicos, los enfermeros, los psiquiatras, los psicólogos, los odontólogos, los terapeutas, los trabajadores sociales, los consejeros y otros trabajadores de servicios, como los teleoperadores, los deportistas de élite, los miembros de la fuerza pública y los ingenieros. También se ha descubierto que este síndrome tiene mayor prevalencia en las mujeres.
Según señalaron Jackson y Maslach en 1981, el síndrome de desgaste profesional posee tres dimensiones: cansancio emocional, que evalúa el agotamiento emocional producido por las responsabilidades del trabajo; despersonalización, que evalúa la apatía e indiferencia hacia la sociedad; y la realización personal, que evalúa la satisfacción de la persona con su trabajo y sus sentimientos de éxito. Estos tres factores pueden ser medidos con el MBI (Maslach Burnout Invertory), un instrumento creado por Susan Jackson y Christina Maslach. El síndrome puede ser provocado por el contacto excesivo entre el profesional y las personas a las cuales les presta servicios, por los horarios excesivos, la remuneración inadecuada, las malas relaciones entre superiores y compañeros, el estrés generado por la responsabilidad ante la sociedad, la incertidumbre sobre el futuro de su contexto social y de sus clientes y la ausencia de sueño.
Para explicar el síndrome de desgaste profesional se han desarrollado varios modelos que parten desde la psicoanalítica y la psicología social. Estos son:
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