Las membranas de casi todas las células tienen estructuras similares, las cuales reflejan la herencia evolutiva común de toda la vida en el planeta Tierra. Sin embargo, las funciones de las membranas varían de forma considerable de un organismo a otro, inclusive de una célula a otra al interior del mismo organismo.
Las membranas tienen la característica de su función en las proteínas. Y de acuerdo a ello el oficio de los fosfolípidos es más que un mantener una zona impermeable en el que se encuentran las proteínas. Por ejemplo, los fosfolípidos de la membrana plasmática de las células de las patas del caribú, un animal que habita en regiones muy frías de América del Norte; durante largos inviernos de estas regiones, las temperaturas pueden llegar a estar por debajo del punto de congelación (menor a 0°C). Ahora si el caribú tratara de mantener calientes sus patas y pezuñas, estaría desperdiciando energía muy valiosa. De acuerdo a ello, estas condiciones han favorecido a la evolución de sistemas especializados de arterias y venas en las patas del caribú permitiendo que la temperatura de la parte inferior de las extremidades descienda hasta 0°C, conservando el calor corporal de esta manera. Las partes superiores de las patas y el tronco, por el contrario, permanecen cercanas a los 40.5°C. ¿Esto como lo logran?
La fluidez de una membrana en una función de las colas del ácido graso de sus fosfolípidos. Los ácidos grasos insaturados conservan su fluidez a temperaturas más bajas que los saturados. En las patas del caribú, las membranas de las células que se encuentran cerca de la pezuña abundan en ácidos grasos insaturados y colas flexionadas, mientras que las membranas de las células adyacentes al tronco, con un poco más calor, poseen ácidos grasos más saturados y menos colas retorcidas. Dicha disposición otorga a las membranas plasmáticas de las patas la fluidez acorde, pese a las grandes diferencias en temperatura.