Unos dos tercios del cuerpo se forman de agua y de varias sustancias esenciales fundidas. Estos líquidos tienen incontables ocupaciones vitales dentro de muchos sistemas corporales y se encuentran en las células, en torno a los tejidos y en la sangre y la linfa.

Generalmente la composición del cuerpo se forma en gran medida de agua. El 70% – 80% de los tejidos es líquido y de ahí que órganos como el cerebro y los intestinos tengan un 75% de agua. El plasma sanguíneo tiene más del 90% de agua, mientras que los huesos contienen casi 25% y la grasa un 10% – 15%.

 

Sectores Líquidos

Los diferentes líquidos del cuerpo consiguen agruparse en categorías fisiológicas llamadas sectores o compartimentos. Hay dos sectores primordiales: el intracelular o citoplasma se encuentra dentro de las células del cuerpo. El compartimiento extracelular sujeta todos los demás líquidos del cuerpo: el líquido intersticial, que ocupa los espacios entre las células y tejidos; el plasma sanguíneo y la linfa; los líquidos que se hallan en huesos, articulaciones y tejido conjuntivo denso; y el líquido transcelular, que comprende la saliva y otros jugos digestivos, el moco, el sudor y la orina.

 

Funciones de los Líquidos

El agua es un excelente disolvente. Miles de sustancias fundidas en ella se utilizan en las reacciones son la base misma de la vida. El agua es también un eficaz medio de transferencia: transita por el cuerpo distribuyendo nutrientes y recogiendo y liberando materiales de desecho. Los líquidos transfieren el calor desde las piezas activas del cuerpo, como los músculos en ejercicio, incluso las más frías y apoyan así a la termorregulación. Igualmente sirven para amortiguar los golpes en zonas sensibles como el cerebro, los ojos y la médula espinal y actúan como lubricantes para minimizar la fricción entre tejidos y órganos. Ejemplos de líquidos en esta última función son el líquido pleural que rodea los pulmones, el líquido pericárdico en torno al corazón y el líquido sinovial en las articulaciones.

 

Sangre y Linfa

Los sistemas circulatorios sanguíneo y linfático están muy afines, ya que intercambian continuamente líquidos. El plasma sanguíneo, es decir, el líquido que transporta por el cuerpo los glóbulos rojos (que aportan oxígeno y retiran dióxido de carbono), surge de los capilares hacia los tejidos que los rodean y se convierte en líquido intersticial. La mayor parte de este líquido es reabsorbido en la sangre, pero una parte de él ingresa en los capilares del sistema linfático, donde se cambia en linfa, el líquido que transporta glóbulos blancos (que producen anticuerpos para combatir infecciones y enfermedades) por el cuerpo. Después de fluir por el sistema linfático, la linfa vuelve a entrar en el torrente sanguíneo, donde se convierte en plasma.

Equilibrio y Reciclaje

El cuerpo adulto medio contiene unos 40 litros de agua. Cada día el cuerpo pierde agua con la orina, el sudor, el vapor de agua (desde los pulmones) y las excreciones. Por otra parte, el cuerpo maneja agua y también la produce en reacciones bioquímicas, por ejemplo, en las glándulas que se segregan saliva y jugos digestivos. Para conservar un equilibrio saludable de líquidos es justo beber al menos 2 litros de agua al día, pero si no fuera por la increíble capacidad que tiene el cuerpo de conservar y reciclar agua (como cuando recicla plasma sanguíneo como linfa y viceversa), habría que multiplicar al menos por cien esta cantidad diaria. 

NOTA: Los sistemas del cuerpo humano que intervienen (cardiovascular, linfático e inmunológico).