El ciclo del agua, también conocido como ciclo hidrológico, es el proceso biogeoquímico por el cual el agua (H2O) se intercambia entre distintos factores bióticos y abióticos del planeta, como la hidrósfera (las fuentes hídricas), la atmósfera (el aire), la litósfera (la tierra) y la biósfera (la vida). A diferencia de otros ciclos como el del azufre, el fósforo, el oxígeno, el nitrógeno o el carbono, el ciclo del agua tiene poca intervención química, pues el agua pasa de un medio a otro cambiando su estado físico (sólido, gaseoso y líquido) y no su composición química. Este ciclo es de vital importancia para la Tierra, pues esta sustancia cubre el 71% de su corteza y es fundamental para el desarrollo de la vida.
El agua es un recurso natural fundamental para la existencia de la vida en nuestro planeta. Compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, la molécula del agua es la más abundante en todos los organismos de la Tierra. Esta es indispensable para distintas funciones biológicas, como el transporte de moléculas por las membranas, como disolvente de los productos de la excreción, como agente activo en varios procesos metabólicos, como agente para la síntesis de macromoléculas, como reductora de macromoléculas en moléculas más sencillas, como proveedora de energía y como agente enzimático, entre otras. La gran mayoría de los organismos tienen una masa conformada entre un 60 y un 90% de agua. Sólo el cuerpo humano de un adulto está compuesto por agua en cerca del 60%, mientras que en la primera infancia el cuerpo está compuesto en un 80% de agua. Esta se encuentra dispersa principalmente en la sangre y dentro de las células.
Más allá de su papel biológico, el agua es indispensable para el desarrollo de la civilización humana. Esta es vital para la hidratación del cuerpo, para el riego de los cultivos, para hidratar los animales domésticos, para apagar incendios, para limpiar, para refrigerar, para la elaboración de distintos productos, para cocinar los alimentos, para actividades industriales, para el transporte marítimo y fluvial, etc. Para la mayoría de todas estas actividades, es vital el agua potable; pero, lamentablemente, esta no se encuentra distribuida a toda la población mundial. La escasez de agua es un problema social y geográfico por el cual un determinado territorio no cuenta con la cantidad de agua necesaria para satisfacer las necesidades de la población, trayendo consigo problemas de higiene, salud y alimentación. Esta problemática perjudica en al menos un mes al año a cerca de 2.800 millones de personas en todo el mundo; mientras que más de 1.300 millones de personas no cuentan con agua potable.
A pesar de esto, el ciclo del agua se ha visto alterado por la actividad humana, especialmente después de la revolución industrial. Si bien es cierto que la contaminación hídrica se puede dar por factores naturales, como la ceniza volcánica o el sedimento, en la actualidad la mayor parte de la contaminación es generada por el ser humano a partir del vertimiento de desperdicios y sustancias peligrosas para la biología, la reducción de las cuencas y la alteración de las corrientes y la temperatura.
Las principales fases o procesos del ciclo del agua son:
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