Los filósofos iluministas, o ilustrados, son todo ese grupo de pensadores que tuvo un papel destacado dentro de la Ilustración, consiguiendo que el rol de ciudadano fuera definido, que se limitarán los poderes de los gobernantes, que se sistematizarán las ciencias de la investigación y que las sociedades se transformaran completamente. La Ilustración tuvo lugar entonces entre el siglo XVIII y el XIX, y su fin fue el de acabar la oscuridad que imperaba sobre el ser humano a través de la luz de la razón y el conocimiento. Es por esto que se conoce como el Siglo de las Luces al siglo XVIII, donde comenzó todo.
Según Jean le Rond D’Alembert, enciclopedista francés, la Ilustración «lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los príncipes a los de los pueblos, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan más débilmente» (D’Alembert).
Antropocentrismo: que situó al hombre como el protagonista del universo, y no a Dios, como se había hecho antes. Así, surge un sentimiento positivo sobre lo que este puede hacer, llegándose a pensar que las capacidades humanas no tienen límites y que su desarrollo siempre será progresivo.
Racionalismo: que primó el papel de la razón sobre todas las cosas, en especial al momento de construir conocimiento. Así, esta corriente se levantó en contra de la Escolástica, que buscaba relacionar la fe y la razón. Tuvo entre sus principales representantes a René Descartes, Blaise Pascal, Nicolás Malebranche, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz.
Hipercriticismo: que puso en tela de juicio todo el conocimiento que se había construido hasta ese momento de la historia, desechando todo aquel que no estuviera construido de forma laica y racional, como las supersticiones y las creencias religiosas.
Pragmatismo: que buscaba que todo lo que se creará tuviera un fin último, incluso las artes, por lo que se buscaba en estas una enseñanza didáctica o una crítica social.
Imitación: que creía que una buena obra de arte podía nacer de la imitación de los principios seguidos por los grandes maestros, por lo que las obras podían ser constituidas a partir de instrucciones.
Idealismo: que buscó que en el arte se representara sólo lo sublime y lo elegante, censurando así el lenguaje popular, las malas palabras y los temas de mal gusto.
Universalismo: que buscaban crear valores universales para el hombre en las costumbres griegas y latinas. De esta forma, el francés se impuso como lenguaje universal, como sinónimo de la gran cultura.
Algunos de los principales filósofos iluministas, o pensadores iluministas, fueron entonces Diderot y D’Alembert, quienes crearon la enciclopedia; Voltaire, quien puso en cuestión a la Iglesia y contrapuso el trabajo meritorio de la burguesía frente al ocio aristocrático; Jean Jacques Rousseau, quien construyó el contrato social; Montesquieu
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