Los seres vivos para mantenerse con vida, reproducirse y conservar la homeostasis, los organismos deben percibir estímulos del entorno en el cual convive, además del ambiente interno, y poder responder ante ellos. Los animales han desarrollado órganos sensoriales muy completos y sistemas musculares que les permiten detectar y responder a la luz, los sonidos, los objetos, las sustancias químicas y otros estímulos que se encuentra a su alrededor. Los estímulos internos se perciben mediante receptores de estiramiento, temperatura, dolor y diversos compuestos químicos. Cuando se tiene hambre, por ejemplo, se siente los movimientos del estómago vacío, y el bajo nivel de azúcares y grasas en la sangre. Luego el cuerpo responde a los estímulos externos eligiendo algo adecuado para comer, como un sándwich en vez de algo que no alcance a recuperar la vitalidad del cuerpo. Sin embargo, los animales, con sus complejos sistemas nerviosos y cuerpos móviles, no son los únicos organismos que perciben estímulos y responden a ellos. Las plantas crecen hacia la luz e incluso las bacterias de nuestro intestino producen un conjunto diferente de enzimas digestivas dependiendo de lo que se ingiera (pan, leche, proteínas, etc.).
Los seres vivos necesitan de recursos o de materiales y de la energía, para mantener su nivel de complejidad y organización, tanto como en la homeostasis, y para crecer y reproducirse. Los organismos obtienen los recursos que necesitan, denominados “nutrimentos”, del aire, el agua, el suelo o inclusive de otros seres vivos. Los nutrimentos contienen a los minerales, agua el oxígeno y demás sustancias químicas que cimientan los bloques de las moléculas biológicas. Tales minerales se extraen del medio ambiente, donde se reciclan continuamente entre los seres vivos y sus entornos inertes.
Para mantener su vida, los seres vivos deben obtener energía, con la cual el organismo puede realizar un trabajo, lo cual incluye efectuar reacciones químicas, producir hojas o contraer un musculo. La energía que sustenta casi la totalidad de la vida procede de la luz solar. La capa vegetal (representada por árboles, arbustos y plantas), además de algunos organismos unicelulares (una sola célula), captan directamente la energía de la luz solar y la almacenan en moléculas muy activas, como los azúcares, mediante un proceso llamado “fotosíntesis”. Estos organismos se llaman “autótrofos”, es decir, que se (autoalimentan). Por otro lado, los seres vivos que no pueden realizar la fotosíntesis, como los animales, las personas, y los hongos, deben obtener la energía recolectada en las moléculas de los cuerpos de otros organismos; se les denomina “heterótrofos” lo que significa (se alimentan de otros”. De esta manera, la energía proveniente del so fluye en un sentido hacia casi todas las formas de vida y al final se libera en forma de calor, el cual ya no se utiliza para impulsar la vida.
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