Aunque en el panteón Olímpico de las deidades griegas se habla de seis dioses y seis diosas que habitaban la morada celestial, regidos por Zeus, esto constituye más bien una convención para hacerlos coincidir con los anteriores doce Titanes que gobernaron el mundo encabezados por Cronos. Lo cierto es que en la corte del Olimpo moraban igualmente otras deidades diferentes, semidioses y hasta humanos divinizados (héroes), en tanto que varios de los propios Olímpicos tenían residencias propias y solo se reunían en el palacio de Zeus cuando este los mandaba a convocar para algún acontecimiento especial o cuando requería reunir al consejo de dioses. Incluso, un caso aparte lo constituía Hades, hermano de Zeus, quien habitaba de manera casi permanente en el inframundo, donde tenía un reino propio, y rara vez abandonaba sus oscuros dominios o era convocado por los demás.

Así, los seis primeros Olímpicos propiamente dichos eran los seis hijos de Cronos y Rea: Deméter, Hera, Hestia, Hades y Zeus, quienes destronaron a su padre y a los Titanes en la guerra de la Titanomaquia, luego de lo cual se repartieron el gobierno del mundo. Después, cuando Zeus ya reinaba como gobernante supremo, tuvo hijos con su esposa Hera y otros más con diversas diosas, a pesar de estar casado, lo que pone de manifiesto un curioso carácter de infidelidad y lujuria que los griegos “justificaban” aduciendo a que Zeus, como gran rey que era, se podía permitir tales deslices. Más aun, sus infidelidades no incluyeron solamente diosas, sino también mujeres humanas de las que nacieron varios de los héroes y semidioses griegos, e incluso en uno de los relatos se narra la historia de Ganimedes, un hermoso joven troyano, a quien Zeus, transformado en águila, raptó para llevarlo al Olimpo y hacerlo su copero y acompañante, en un relato homoerótico que ilustra la aceptación de la homosexualidad masculina que se daba entre los griegos de aquella época.

De todos modos, con algunos de los hijos de Zeus se completó g eneralmente el panteón de los doce dioses, si bien, como ya fue dicho, esta lista era variable y sufría en diversos relatos añadidos o supresiones. Los primeros incluidos fueron Ares

, dios de la guerra que los romanos llamaron también Marte (de ahí el concepto de marcial para las actividades militares), a quien se lo representaba siempre armado con escudo y lanzas, como los guerreros de la época, y su hermano Hefestos o Hefaistos, dios de la forja y el fuego, el herrero celestial, cuyos emblemas eran el martillo y el yunque. Ambos habrían sido hijos legítimos de Zeus y Hera, si bien algunos relatos paralelos sostienen que Hefestos, a quien los romanos llamaban Vulcano, era hijo solo de Hera, que lo había concebido en venganza por las infidelidades de su marido. También se decía que su propia madre (o el propio Zeus, en algunas versiones) lo había arrojado del Olimpo debido a su fealdad, y que este cayó en la isla de Lemnos, quedando cojo tras el impacto, y fue allí donde montó su fragua. Otras versiones ponían su taller en el mismo Olimpo o en las entrañas del volcán Etna en Sicilia, en donde trabajaba ayudado por los Cíclopes.

Atenea, llamada Minerva por los romanos, era también hija de Zeus, aunque su concepción se dio en extrañas circunstancias. Según la leyenda, la titánide Metis, hija del Océano y de Tetis, fue la primera amante de Zeus, de quien quedó encinta y profetizó luego que sus hijos gobernarían el mundo, por lo que Zeus la devoró. Posteriormente, Zeus sintió un fuerte dolor de cabeza que le hacía enloquecer, por lo que llamó a Hefesto (en otras versiones se cambia por el titán Prometeo) quien empuño un hacha y le abrió la cabeza, de donde surgió entonces Atenea, quien se convertiría así en la diosa de la sabiduría y la guerra, a quien los griegos dedicaron la ciudad de Atenas, entre muchas otras, y le asociaron el símbolo de la lechuza, que desde entonces aparece también como símbolo de la sabiduría.

Otro hijo de Zeus fue Hermes, el Mercurio romano, quien fue concebido por Maya, la diosa griega de la primavera, quien daba su nombre al mes de mayo. Hermes era el prudente dios del comercio y de la medicina, así como de los ladrones, pero también era el mensajero de los dioses, por lo que se lo representa calzado con unas sandalias aladas que lo hacían rápido como el viento, y portaba también un caduceo, el conocido símbolo de la vara con dos serpientes alrededor, que mostraban su carácter conciliador, dado que la leyenda dice que el símbolo surgió cuando este dios vio dos serpientes luchando y les arrojó su vara para separarlas, enrollándose ambas alrededor de la misma.

Por último, aparecen los gemelos Apolo y Artemisa, hijos de Zeus y Latona, quienes también se incluían dentro del conjunto de los Olímpicos, pese a que Apolo, el dios de las artes también conocido como Febo, tenía su residencia propia en el monte Parnaso, donde tañía su lira junto en compañía de las nueve musas, en tanto que Artemisa, a quien los romanos llamaron Diana la cazadora, era una diosa agreste que rehuía la compañía de hombres y dioses y prefería vivir en los bosques cazando animales salvajes con su arco.

Con estos dioses se completa entonces el panteón de los doce Olímpicos, si bien es necesario aclarar que, dado que Hades no pertenecía en sentido estricto a este grupo, dado que al parecer nunca visitaba el Olimpo, en su lugar es reemplazado por Afrodita, la Venus romana, diosa del amor y del erotismo, quien tenía un origen muy distinto, pues inicialmente se decía que había nacido de las espumas del mar.