¿Qué es el ave fénix?

Dentro de la cosmovisión griega, el fénix era un pájaro que podía vivir durante muchos años y revivir de sus cenizas cuando se quemaba. Usualmente, debido su existencia cíclica, se le relacionaba con el Sol, con la resurrección, con la vida de los imperios, con el tiempo, con la existencia más allá de la muerte y con la consagración, entre otras cosas. El conocimiento sobre era ave ha sobrevivido hasta nuestros días gracias a los escritos de autores como Heródoto, Lucano, Plinio el Viejo, Papa Clemente I, Lactancio, Ovidio e Isidoro de Sevilla. Los autores del Renacimiento

creían que esta ave había existido en la Antigüedad y se había extinto hacía unos quinientos años antes de su propia época. Además de esto, normalmente se le asociaba con Fenicia, territorio que actualmente conforma la República Libanesa.

Según se cuenta, el fénix era un pájaro con distintas características insólitas: con sus lágrimas podía sanar a los enfermos, poseía una gran resistencia física, tenía una fuerza sobrenatural y era capaz de controlar el fuego. No obstante, su cualidad más famosa es que, una vez llegaba el final de sus días, se quemaba a sí misma y luego revivía de las cenizas de su cuerpo anterior. En el Antiguo Egipto existía un ave equivalente a la que conocían como Bennu y a la cual asociaban con el Sol, la resurrección, las estaciones y las transformaciones del río Nilo. De hecho, es muy probable que la idea del fénix sea originaria de Egipto y que después haya sido llevada a Grecia de mano del historiador Heródoto, quien viajó a esta nación africana y tuvo contacto con los sacerdotes de la Heliópolis.

El fénix también puede hallarse en la tradición cristiana. Según se cuenta, el ave fénix poseía un nido dentro de un rosal que crecía en el Jardín del paraíso, donde convivía con las otras criaturas de Dios y con los primeros dos seres humanos, padres de los demás: Adán y Eva. Luego de que ambos comieran del fruto prohibido, ángel con una espada en la mano los expulsó del Paraíso. De la punta de esta arma salió entonces una chispa que prendió el rosal en el que estaba el ave fénix de paso. No obstante, viendo que había sido el único animal que se había abstenido de comer del fruto prohibido, se le otorgaron diferentes dones, incluida la inmortalidad. Desde entonces, el fénix fue capaz de renacer de sus cenizas.