El cuerpo humano es un conjunto complejo y dinámico cuyas piezas interdependientes y en interacción demandan coherencia y control, y esto se consigue con el paso de información entre ellas. Dos sistemas corporales son responsables de este control y del procesamiento de datos: el nervioso y el endocrino.

El procesamiento de la información percibe accesos de datos, valoración y toma de decisiones y salidas de información el cuerpo recoge entradas de los sentidos como la vista y el oído. El cerebro es el dispositivo de procesamiento central cuyas salidas de información intervienen las respuestas químicas glándulas y los movimientos musculares. En el manejo de los datos actúan tanto los nervios como las hormonas.

 

Rutas Eléctricas y Químicas

La expresión del sistema nervioso se forma de impulsos eléctricos tan pequeños y rápidos (-0,1 voltios y una milésima de segundo), como nutridos, ya que cada segundo pasa millones de ellos por los nervios. La información de los sentidos fluye en impulsos nerviosos hasta el cerebro, donde se recibe y evalúa, lo que hace pasar millones de señales más en torno y dentro del cerebro, entre sus numerosas y complejas áreas. Las decisiones se toman y las órdenes se dan en forma de impulsos eléctricos que se comunican desde el cerebro por los nervios motores hasta los músculos con el fin de estimular y coordinar sus contracciones para los movimientos. Otro tipo de difusiones de información son las hormonas, de las que se circulan más de 50 en el torrente sanguíneo, dan instrucciones a las glándulas endocrinas tanto sobre las cantidades como sobre los tiempos de secreción requeridos para el efecto anhelado. La distribución molecular específica de cada hormona estimula solo a las células con receptores adecuados en su superficie y les da mandos para ejecutar ciertos procesos. La mayoría de hormonas marchan durante un tiempo más prolongado que los nervios, del orden de minutos, días o incluso meses.

Los efectos a largo plazo como el crecimiento, se originan porque la hormona se segrega continuamente durante muchos años; una dosis propia sólo duraría unos pocos días.

 

Ritmos Corporales

El cuerpo posee ritmos de acción incorporados. Las personas inmersas en entornos experimentales “atemporales” (con luz, temperatura, suministro de comida y otras condiciones constantes), guardan una tendencia a dormir, despertarse, comer y moverse según un ciclo de unas 24 horas. El núcleo supraquiasmático, una pequeña parte del cerebro puesta justo encima de la zona de unión de los nervios ópticos, es el “reloj interno”. Este reloj es ajustado crónicamente por estímulos externos, como vacilaciones en la intensidad de la luz y la temperatura, y nuestro reconocimiento intelectual de las horas del reloj y a su vez cede información a muchas partes del cerebro afines con acciones cíclicas como liberación de hormonas, control de la temperatura corporal, reparación de tejidos y secreción de orina y sustancias digestivas, coordinando así los ritmos corporales.

 

Preámbulo de Datos

La transferencia, de información a los centros de procesamiento del cerebro no sólo obedece de los cinco sentidos. El acomodo ambiental continuo del reloj interno es un ejemplo de entrada de información sensorial más sutil y complejo. Dentro del cuerpo existen miles de micro receptores que continuamente intervienen variables como la temperatura corporal, la presión sanguínea y los niveles de sustancias importantes como oxígeno, dióxido de carbono residual y glucosa en la sangre. Estos datos se implantan en las partes “automáticas”, o subconscientes del cerebro, las cuales toman decisiones que no se rastrean en la mente consciente. De este modo se procesa una inmensa cantidad de información de la que casi nunca somos conscientes.