Una vez que Genghis Kan logró establecer su mando unificado sobre todas las tribus esteparias del norte de China a principios del siglo XIII, luego de años de luchas y alianzas, pudo entonces poner sus miras sobre el mundo civilizado que se extendía al sur de la Gran Muralla, pues codiciaba sus grandes riquezas y el gobierno sobre un gran imperio. Así, dirigió primero sus fuerzas a la conquista del extraño reino de bandoleros de Xia occidental, al cual logró someter en 1209 d.C., luego de tres años de guerra que le sirvieron para poner en práctica diversas tácticas de asedio contra las ciudades, las cuales usaría luego en su conquista de los demás grandes reinos.
Después de esto llevó sus ejércitos hacia el reino yurchen de Jin, una dinastía extranjera que se había asentado desde el siglo anterior en el norte de China, luego de desplazar a la corte Song hacia el sur del rio Yang Tze Kiang, y que había terminado por asumir las formas imperiales chinas, adaptándose a la vida sedentaria y muelle de las ciudades y perdiendo su impulso de nómadas belicosos. En esta empresa Genghis Kan contó con la colaboración de diversas tribus túrquicas y mongolas, que se aliaron para combatir a la dinastía que los oprimía desde décadas atrás, así como con elementos provenientes de los Song meridionales, que vieron una oportunidad de derrocar a los invasores yurchen para recuperar quizá los ancestrales territorios chinos de la cuenca del rio Amarillo.
Los yurchen fueron finalmente derrotados en 1215 d.C. y Pekín, su capital, fue completamente saqueada. Luego de esto, posiblemente porque deseaba consolidar sus conquistas previas, evitando así el levantamiento de rebeliones que pudieran debilitar sus flancos o cortar sus líneas de suministro, o quizá también porque sopesó acertadamente la potencia de los Song meridionales, Genghis Kan retornó a sus tierras en el centro del Asia y de allí partió luego hacia el occidente, donde diversas situaciones conflictivas lo empujaron a llevar la guerra al imperio musulmán de Corasmia (Khwarezm), al que conquistó y barrió literalmente del mapa en 1220 d.C., tras unos tres años de sangrientas batallas. Sin embargo, el sometimiento total de Persia y el Afganistán se extendió hasta 1223 d.C., tras lo cual Genghis Kan volvió hacia el este, pues las llamas de la disensión amenazaban una vez más su imperio en el centro del Asia.
El gran kan Genghis murió poco después, en 1226 d.C., y les correspondió a sus hijos la tarea de consolidar el sometimiento de los territorios de China. Su hijo y sucesor, Ogadai Kan, reinó entre 1229 y 1241 d.C., durante los cuales se trazó la estrategia mongola de dividir el ejército en dos frentes: uno continuaría la expansión en el centro del Asia hasta Europa del este y el otro habría de consolidar la conquista de China. En 1235 d.C. Ogadai encontró una excusa para iniciar la guerra contra los Song meridionales, la cual se extendió hasta la década de 1270 y terminó con la destrucción total de la dinastía y la unificación final de China bajo la nueva dinastía mongola de los Yuan.
Sin embargo, tanto Ogadai como su hijo y sucesor, Guyuk Kan, murieron relativamente pronto: Ogadai murió en 1241 d.C., luego de haber designado como sucesor a su hijo pequeño, Shiramun, por lo que Tuguerena, viuda de Ogadai, asumió la regencia en el ínterin y terminó finalmente por convencer a los grandes señores de los mongoles para que juraran lealtad a su hijo mayor, Guyuk, quien asumió como nuevo khakan en 1246 d.C., muriendo tan solo dos años después.
A partir de aquí, y gracias a los hábiles manejos de Sarkoktani Begi, viuda de Tului, el cuarto hijo de Genghis Kan, la sucesión pasó de la casa de Ogadai a la casa de Tului y en 1251 d.C. fue elegido como nuevo kan Mongke, el hijo mayor de Tului. Mongke reanudó la campaña contra los Song del sur (las conquistas en el norte habían sido consolidadas por Ogadai y Guyuk), conquistando primero el reino sureño de Dali en 1254 d.C. y enviando un destacamento de sus mongoles hasta Indochina, con el fin de atacar a los Song desde el norte, el occidente y el sur. Su estrategia resultó efectiva, pero el gran kan murió en 1259 d.C. durante el asedio de la ciudad de Chogqing, lo cual retrasó los planes de conquista, que fueron retomados por su hermano, Kublai, luego de cinco años de guerra civil entre diversas facciones mongolas que buscaban proclamar al hijo menor de Tului, Arik Buqa, como gran kan en lugar de Kublai.
A pesar de que Kublai salió victorioso de la contienda y se impuso sobre los rebeldes, la unidad del gigantesco imperio mongol quedó seriamente afectada luego de esto y poco después se fragmentaba en cuatro kanatos independientes de hecho, gobernados cada uno por un kan. Kublai se instaló entonces en Pekín y proclamó la dinastía Yuan en 1271 d.C., aunque la conquista final de Song no se llevaría a cabo sino hasta 1279 d.C., año en que fue aplastado el último foco de resistencia en el sur. China fue nuevamente unificada y los emperadores Yuan gobernarían por casi un siglo más, hasta que fueron finalmente expulsados por los Ming en 1368 d.C.