El discurso directo e indirecto, también conocidos como estilo directo e indirecto, respectivamente, son dos maneras de reproducir lo que ha enunciado otra persona. El autor de un texto puede elegir entre uno y otro dependiendo de cuál es su intención: hacer una réplica de lo dicho por alguien o por un personaje (directo) o sintetizar lo que alguien más dijo en sus propias palabras, las del autor (indirecto).

Discurso directo

El discurso directo, conocido también como estilo directo, es aquel que cita textualmente el enunciado de un personaje u otra persona. Por ejemplo:

Cuando Ana y Juan se encontraron bajo la lluvia, ella le dijo:

—Hace mucho frío, pero quiero permanecer aquí contigo.

Al escuchar esto, Juan le respondió:

—Yo opino lo mismo. ¡Qué importan un par de gotas!

Para introducir esta clase de discurso, o de estilo, normalmente se emplean marcas tipográficas para diferenciarlo de todo aquello que no haya sido dicho por el personaje o la persona. Así, se utilizan rayas (—Hace mucho frío); comillas inglesas o altas (“Hace mucho frío”); comillas angulares, españolas o bajas («Hace mucho frío»); comillas sencillas o simples (‘Hace mucho frío’); letra cursiva o itálica (Hace mucho frío); o, en algunos casos particulares, fuente con otro color. De igual forma, dentro de la literatura contemporánea se ha vuelto frecuente el prescindir de estos signos tipográficos. Esto puede evidenciarse en autores como el portugués, ganador del Premio Nobel en 1998, José Saramago.

Discurso indirecto

Por su parte el discurso indirecto, conocido también como estilo indirecto, es aquel que no reproduce textualmente lo dicho por un tercero, sino que lo sintetiza, lo resume, en el lenguaje propio de quien escribe. Por ejemplo:

Cuando Ana y Juan se encontraron bajo la lluvia, ella le dijo que tenía mucho frío pero que quería quedarse ahí con él

; a lo que este le respondió que opinaba igual, que mojarse no le importaba.

Esta clase de discurso, o de estilo, no suele ir acompañado de ninguna diferenciación tipográfica con respecto al resto del texto, pero sí suele ir precedido de verbos conjugados en pretérito perfecto simple, como “dijo”, “dije”, “susurró”, “comenté”, “precisó”, “sentenció”, “exclamé”, “repetí”, “respondí”, “interrogué”, “preguntó”, “gritó”, etc.

Estilo indirecto libre

También existe un tercer tipo de discurso o de estilo, llamado estilo indirecto libre, el cual fue introducido por Flaubert y ha sido utilizado por varios autores posteriores como James Joyce, Virginia Woolf o William Faulkner. Este consiste en contagiar a un narrador extradiegético (en tercera persona u omnisciente) con la voz o los pensamientos del personaje. Esta inclusión se suele hacer sin distinción tipográfica y usualmente se utiliza con exclamaciones o interrogaciones. Por ejemplo:

Cuando Juan se encontró con Ana bajo la lluvia, tuvo la certeza de que quería permanecer con ella ahí. ¡Qué importa la lluvia! Al fin y al cabo, son sólo unas gotas. Juan tuvo la sensación de que ella opinaba lo mismo.

En el ejemplo anterior podemos ver cómo a pesar de que la narración está siendo llevada a cabo por un narrador omnisciente por fuera de la historia, introduce pensamientos que son propios del personaje, de Juan.