¿Qué es Iberia?

Iberia era el nombre con el cual los griegos conocían a la actual península ibérica. El primer registro de esto lo podemos encontrar en los textos del geógrafo e historiados Heródoto, conocido como el padre de la historia en la cultura occidental y responsable del mapa de la ecúmene (mundo conocido) de los griegos. Este mapa iba desde Sudán a Europa Central y desde la India hasta la parte más occidental de Iberia. Aun así, Iberia era conocida por los griegos incluso antes de las menciones de Heródoto (484-425 a. C.). Este nombre fue propuesto probablemente por el río Íber (actual Ebro) de la provincia española de Huelva, por otro río conocido como Iberus de la misma región o por el pueblo de los iberos.

Dado que Iberia se encontraba alejada de las regiones donde había florecido la cultura griega, el conocimiento que se tenía de esta región era muy limitado. Llegar a conocerla de mejor manera fue un proceso lento que contó con relatos legendarios y grandes retrocesos, pues las intenciones sobre este territorio eran meramente comerciales. Así, lo más probable es que sólo hubieran conocido a profundidad el litoral y algunas regiones cercanas del interior. Por otro lado, se cree que los fenicios tuvieron un mayor conocimiento sobre la península ibérica, que fue ampliamente estudiada por el rey erudito Juba de Mauritania hacia el siglo I a. C. No obstante, estos textos no despertaron el interés de los griegos ni de los romanos, por lo cual no han sobrevivido hasta nuestros días.

De esta manera, se puede señalar que el término Iberia realmente correspondía a una pequeña porción de la península ibérica, concretamente a la actual región de Huelva. Hacia el siglo II a.C., el historiador Polibio se aventuró hasta Numancia y en el siglo I a. C. Estrabón se sumergió en el interior, marcando su frontera en Pyrene (Los Pirineos). Aun así, se tenía conocimiento del estrecho de Gibraltar, que era conocido como Stelai, como las Columnas de Hércules. Antes de la colonización romana de la península ibérica podían encontrarse distintas culturas, entre ellas galaicos,  brácaros,  cántabros,  astures,  vacceos,  turmogos,  autrigones, caristios,  várdu,  berones,  pelendones,  be,  lusones,  titos,  olcades,  arévacos,  carpetanos,  vetones,  célticos,  conios,  lusitanos,  ceretanos,  ilergetes,  lacetanos,  indigetes,  layetanos, ilercavones, sedetanos, edetanos, contestanos, oretanos, bastetanos, turdetanos, galos, griegos, fenicios, cartagineses y bereberes.

Tal y como se puede apreciar por la enumeración de las culturas anteriores, se puede apreciar que la península ibérica era culturalmente diversa en el mundo antiguo. De igual forma era lingüísticamente diversa, aunque se tiene un conocimiento de estas lenguas mucho más pobre que el registro de las lenguas habladas por aquel entonces en la actual Italia. Por ello no se sabe a ciencia cierta qué número de lenguas se hablaban y qué grado de inteligibilidad mutua había entre unas y otras. Aun así, puede arriesgarse una clasificación de las lenguas en la península en los siguientes tres grupos:

  • Lenguas de los colonizadores: usadas por los comerciantes que se movilizaban por el litoral, como el griego, el fenicio y posteriormente el latín.
  • Lenguas autóctonas indoeuropeas: entre las que se pueden encontrar lenguas hispanoceltas relacionadas filogenéticamente como el celtibérico y el celta galaico, el sorotápico, el lusitano y el antiguo europeo.
  • Lenguas autóctonas preindoeuropeas: que no conformaban un grupo filogenético sino familias lingüísticas diferenciadas, como el ibérica, el tartésica-turdetánica y el vasco-aquitana.

Durante el periodo comprendido entre el siglo V y el III a. C., los viajes griegos en la península ibérica fueron más bien pocos. Es por esta razón que los relatos sobre esta región en aquel entonces eran ambiguos y en muchos casos falsos. Esto cambió entrado el siglo II a. C., momento en el que los romanos comenzaron la conquista de la región con el desembarco de Ampurias en 218 a. C. Esto hizo que los romanos pudieran circular con mayor facilidad y seguridad tanto por mar como por tierra a través de la península. A partir de entonces, los historiadores, los geógrafos y los sabios helenísticos se lanzaron a la expedición para constatar qué tan cierta era la información que tenían sobre ese nuevo mundo y qué datos podían rectificar de los historiadores del pasado. Para aquel entonces, se denominaba como Iberia a toda la costa mediterránea peninsular y el conocimiento sobre la península aumentó considerablemente gracias al trabajo de Mela, Plinio el Viejo y Estrabón. Ya para el siglo II, una vez concluida la conquista con la victoria de César Augusto en las guerras cántabras del 19 a. C., el historiador romano Apiano refiere que las personas reemplazaron la denominación de Iberia por la de Hiberia y más tarde por la de Hispania.