Tras la caída de la dinastía Isauria con el golpe de estado dado en 803 a Irene Sarandapequina, la última de sus gobernantes, ascendió al trono de Bizancio la dinastía Niceforiana en cabeza de Nicéforo I, quien había sido ministro de finanzas de la anterior emperatriz. Casi inmediatamente, Nicéforo debió afrontar una rebelión en las provincias orientales liderada por uno de los antiguos generales leales a Irene, llamado Bardanes Turco. Con la muerte de Irene al año siguiente la rebelión de Bardanes perdió fuerza y legitimidad, además de que Nicéforo logró captar para sí a dos de los más importantes comandantes de la revuelta, León el Armenio y Miguel al Amoriano, quienes llegarían luego a ser emperadores. Al ver su causa perdida, Bardanes optó por rendirse e inició negociaciones con la capital, con la mediación de representantes de la iglesia. Aseguradas todas las garantías, Bardanes depuso finalmente las armas y se retiró a un monasterio en las Islas Príncipe, donde tomó los hábitos monacales.

Pero el gobierno de Nicéforo llegó a un fin abrupto cuando, en 811, llevó a cabo una campaña militar contra el kan de los búlgaros Krum, el cual emboscó hábilmente al ejército bizantino y dio así muerte al emperador (Batalla de Plisca, 26 de julio de 811), apoderándose de su cadáver para exhibirlo luego como un triunfo. Estauracio, hijo de Nicéforo, fue aclamado después de la batalla como emperador, pese a que había quedado gravemente herido durante la misma.

Dada la inhabilidad del nuevo emperador y el posterior agravamiento de su salud, empezó entonces una lucha por el poder dentro de la corte bizantina que se avivó durante los meses siguientes, cuando se hizo patente que Estauracio, quien no tenía hijos, no sobreviviría por mucho tiempo más. Procopia, hermana del emperador, presionó para que el título fuera dado a su esposo Miguel Rangabé, mientras que la propia esposa de Estauracio, Teófano, trató de retener el poder para sí misma como ya lo hiciera quince años antes su pariente Irene. Estauracio apoyaba las pretensiones de su esposa, y consideró incluso cegar a Miguel como una forma de invalidarlo para ejercer el gobierno. Pero la idea de aceptar de nuevo a una mujer en el trono asustó a los miembros del Senado, los cuales se decantaron entonces por la candidatura de Miguel y lo proclamaron emperador el 2 de octubre del mismo año. Estauracio se dio entonces por vencido y consintió en abdicar, retirándose luego a un monasterio donde murió poco después, en enero de 812.

Miguel asumió así su reinado, empezando por hacer grandes donaciones y regalos entre todos aquellos que apoyaron su candidatura, dilapidando de este modo en poco tiempo el tesoro imperial. En la primavera de 812, Krum inició de nuevo las hostilidades en territorio bizantino llegando a tomar la ciudad costera de Develt. Ante esta amenaza, Miguel buscó establecer una alianza con el reino franco de Carlomagno, con la idea de que estos atacaran a los búlgaros desde Occidente. Para ello se avino a reconocer el nombramiento de Carlos como emperador de los romanos occidentales, que había sido ignorado en Bizancio por los anteriores emperadores, a cambio de que le fueran retornadas al imperio Oriental las provincias adriáticas, que estaban bajo dominio franco desde que Pipino, el hijo de Carlos, se apoderara de ellas en 809.

Sin embargo, estas medidas no surtieron mayor efecto, y Krum se mantuvo fuerte en sus posiciones, enviando en septiembre del mismo año una embajada a Constantinopla para discutir un tratado de paz, bajo la amenaza de tomar también la ciudad de Mesembria si sus propuestas eran rechazadas. Miguel consultó con sus consejeros y decidió no aceptar por temor a aparecer como un débil ante los suyos. Krum llevó entonces a su ejército contra Mesembria en octubre de 812 y a principios de noviembre llegó a Constantinopla la noticia de que la ciudad había sido tomada por los búlgaros, quienes se apoderaron de una gran cantidad de armamentos y de fuego griego, además de que continuaban devastando y saqueando las regiones de Tracia y Macedonia.

Como respuesta, a principios de 813 Miguel decidió llamar al comandante León el Armenio y trasladar a Tracia a sus unidades militares de Asia, lo cual fue muy mal recibido por estas tropas, que se vieron alejadas de sus hogares y enfrentadas a unas duras condiciones que minaron su moral. Aunado a esto, la ocurrencia de un eclipse el 4 de mayo fue interpretado como una señal aciaga, además de que la poca respetabilidad del emperador, un noble a fin de cuentas con poco conocimiento de la guerra, se vio aun más comprometida cuando su esposa se presentó ante las tropas para encargarles el cuidado del mismo, lo que no provocó más que burlas entre los soldados.

A principios de junio los dos ejércitos se encontraron cerca de Versinicia, pero a pesar del calor y la falta de víveres que afectaban a los bizantinos, ambos bandos permanecieron inactivos hasta el 21 de junio, cuando Juan Aplaces, comandante de las unidades europeas, informó al emperador que iniciaría el ataque para que el resto del ejército lo siguiera luego. Sin embargo, la iniciativa se perdió debido a la indecisión de Miguel, quien se tardó en dar la señal a las tropas. Por causas que aún son materia de debate, León el Armenio se retiró luego con su ejército y las fuerzas de Aplaces fueron entonces derrotadas, muriendo el mismo comandante en medio de la refriega.

Después de esta derrota, León fue proclamado emperador por sus tropas y por las unidades tracias y macedonias sobrevivientes, tras de lo cual se dirigió a la capital, amenazada por el avance de Krum. Miguel entonces decidió abdicar, y los senadores dieron la bienvenida a León, quien fue coronado el 11 de julio por el patriarca Nicéforo, metropolitano de Constantinopla (no confundir con el emperador homónimo). Los hijos de Miguel fueron castrados para impedir cualquier pretensión al trono, su esposa fue encerrada en un convento y Miguel mismo tomó los hábitos monacales, retirándose a un monasterio donde murió en 844, más de treinta años después. Con su abdicación llegaba así a su fin la dinastía Niceforiana.