¿Qué es la Cuaresma?
La Cuaresma es una tradición cristiana que se celebra a lo largo de cuarenta días como preparación para la Pascua, conmemoración del día en el que Jesucristo resucitó tres días después de morir en la cruz. La cuaresma simboliza la prueba que debió enfrentar Jesús al permanecer cuarenta días en el desierto de Judea antes de ejecutar su misión pública, según narra el Nuevo Testamento de la Biblia. Este tiempo litúrgico comienza con el Miércoles de ceniza y termina con el final de la Semana Santa en el Domingo de Resurrección, abarcando los demás días santos. El inicio de este periodo se caracteriza porque los feligreses van hasta los templos para que el sacerdote les dibuje una cruz con la ceniza de los ramos bendecidos e incinerados del Domingo de Ramos del año anterior. Dado que la Cuaresma está sujeta a la Pascua, que es una celebración móvil en el calendario, no tiene un día específico de celebración, sino que la fecha se modifica cada año. Aun así, el Miércoles de Ceniza suele tener lugar entre el 4 de febrero y el 10 de marzo.
Además de la prueba del desierto, el número cuarenta tiene un gran significado simbólico para los cristianos, ya que se puede encontrar en varios acontecimientos de la Biblia, como los cuarenta días del diluvio universal, las cuarenta décadas que los judíos fueron esclavos de Egipto y los cuarenta años que marcharon los israelitas al mando de Moisés por el desierto en busca de la Tierra Prometida. Durante el tiempo que se desarrolla la Cuaresma, los feligreses se ven sometidos a diferentes actos de reflexión y penitencia para reforzar y su fe y estar preparados para la llegada de Cristo en la Pascua. Así, se utiliza el color morado, tradicionalmente asociado al sacrificio, el duelo y la penitencia; y no cantan la Gloria ni el Aleluya al final del acto penitencial y de la lectura del evangelio en las misas, respectivamente. Pese a esto, se considera que la Cuaresma es un tiempo de recogimiento y meditación, y no un periodo de tristeza.
La práctica de la Cuaresma se remonta a los primeros siglos después de Cristo. Así, setiene registros de esta celebración entre el final del siglo II y el comienzo del siglo III, cuando los cristianos acostumbraban a ayunar durante los cuarenta días. Los registros mejor documentados en Roma provienen del año 385, mientras que en Oriente se tienen noticias de la Cuaresma desde el año 322. Si bien la práctica del ayuno no se estaba presente desde las primeras celebraciones de la Cuaresma, esta se popularizó, junto con la prohibición de comer carne, entre los siglos VI y VII para imitar el ayuno que Cristo había hecho en el desierto.
No obstante, el ayuno ha caído en desuso en las iglesias occidentales y se ha preferido para la Semana Santa, que corresponde a los últimos días de la Cuaresma. Esto no ocurre en Oriente, donde dichas prácticas se llevan a cabo con mayor rigurosidad. En cambio, en las diferentes iglesias se ha mantenido la práctica penitencial, en la que los feligreses se acercan a los sacerdotes para confesarles sus pecados y ser perdonados por medio de penitencias específicas. En la actualidad, la Cuaresma se celebra en diferentes iglesias cristianas, como la católica, la ortodoxa, la copta, la anglicana y algunas protestantes evangélicas; aunque en algunas de estas la duración y el inicio de la celebración varia con respecto a las fechas católicas.
La fecha en que debe celebrarse la Pascua ha sido un motivo de controversia desde la antigüedad. Así, a comienzos del siglo IV distintos grupos cristianos tenían sus propios cálculos sobre la fecha. Ante este caos, se celebró el Concilio de Arlés en el año 314 para fijar una sola fecha de la festividad. Así, el papa envió misivas a todas las iglesias existentes de aquel entonces para unificar el día de conmemoración; aunque eso no fue acatado por todas las congregaciones. De esta forma, el problema siguió presente hasta el Concilio de Nicea en el año 325, cuando se decidió que la Pascua tuviera lugar un domingo y, por tanto, el inicio de la Cuaresma debería tener lugar un miércoles. Además de esto, se ordenó que la Pascua se celebrara después del plenilunio (primera luna llena de la primavera boreal), es decir, después del equinoccio primaveral (entrada del Sol en la constelación de Aries); que nunca se celebrara dos veces en un mismo año y que no se celebrara el mismo día que tenía lugar la Pascua judía. Todas estas variantes se traducen en un cálculo para la fecha de Pascua que se conoce como Computus.