¿Qué es un dragón?

El dragón es una criatura fantástica que se puede encontrar en distintas culturas del mundo. Este se puede encontrar usualmente de dos maneras: el dragón asiático y mesoamericano, de cuerpo alargado y similar a una serpiente; y el dragón europeo, que tiene cuatro patas y alas de murciélago. Ambas criaturas tienen distintas capacidades, como lanzar fuego y veneno, volar o hablar. Una de las explicaciones científicas que trata de explicar la presencia de esta criatura en la cosmovisión de tantas culturas, afirma que nuestros ancestros encontraban los huesos de los grandes reptiles del Triásico e imaginaban que estos todavía existían. Aunque también hay explicaciones simbólicas, en donde el dragón representa otro elemento o fenómeno de la vida, la naturaleza o la cosmovisión de la cultura en cuestión.

En las culturas occidentales, principalmente europeas, la función del dragón es la de oponerse al héroe o servirle de obstáculo, para que este luego alcance la gloria al derrotarlo. Así, Apofis y Pitón, dragones egipcio y griego, respectivamente, se ven enfrentados a las deidades del Sol. De forma similar, dentro de la cultura nórdica podemos encontrar a Jörmundgander, dragón que se enfrenta al dios Thor y que termina asesinándolo durante el Ragnarök con su veneno. Además de este dragón, también podemos encontrar en esta misma mitología a Nidhug, un dragón que se dedicaba a morder las raíces de Yggdrasil, el árbol que sostenía los nueve mundos. Luego del Ragnarök, este dragón abandonaría el inframundo y se pasearía por el mundo alimentándose de los sobrevivientes. De tal manera que en Occidente el dragón es un ser malévolo y despiadado.

El origen de la figura del dragó dentro del folclor europeo se puede rastrear en la leyenda de Sigfried (Sigurd), guerrero criado por Regin que tuvo que enfrentarse a Fafner para quedarse con el tesoro de los nibelungos. Para enfrentarse a este dragón, Sigurd reforjó una espada que había pertenecido a su padre (Balmung o Nothung). Y con esta asesinó al dragón y se bañó con su sangre, haciéndose invulnerable; con la notable excepción de su espalda, donde la sangre no alcanzó a llegar. Otro origen de los dragones folclóricos europeos se puede encontrar en la leyenda de San Jorge.

Según contaban, Jorge de Capadocia, también conocido como el mártir San Jorge, fue un soldado romano, pariente de Santa Nina, que se convirtió a la fe cristiana. Algunas leyendas, como La leyenda dorada, narran que este caballero llegó a una ciudad donde las personas se quejaban porque no podían ir a la fuente de agua que tenían cerca, probablemente un lago, porque esta era custodiada por un dragón o un guiverno. Así, debían sacrificarle diariamente una persona a cambio de que no los matara a todos y de que pudieran tomar un poco de agua.

La persona que debía ser sacrificada era elegida al azar. Y en una de esas ocasiones, salió elegida una hermosa princesa, hija de un señor feudal de la región

. De esta manera, cuando la joven estaba a punto de ser devorada por el monstruo, fue salvada por Jorge de Capadocia, quien había llegado al lago luego de enterarse de la situación en la región. Sobre su caballo y utilizando una lanza, el caballero logró derrotar al guiverno, con lo cual se ganó el agradecimiento de la princesa y con lo cual consiguió que la región abandonara el paganismo para convertirse al cristianismo.

La leyenda de San Jorge y el guiverno no tiene un espacio específico, por lo cual se le puede hallar en la tradición de distintas culturas, desde Europa Occidental y Oriental hasta Japón. Dada su antigüedad, probablemente sea el origen de los relatos tradicionales de criaturas fantásticas, pues engendra los elementos básicos de este tipo de narraciones: el caballero, la princesa y el monstruo. Puesto que San Jorge fue un mártir, este tipo de relatos sirvió para propagar la historia de su vida y, por tanto, la religión cristiana que profesaba.

Contrario a lo que ocurre en las culturas europeas, donde el dragón es una criatura malévola, en las culturas orientales los dragones fungen como criaturas benévolas que simbolizan las fuerzas primitivas del universo. A pesar de que no tienen alas, estos dragones eran capaces volar gracias a su poder mágico. Así, dentro de la antigua cultura china, los dragones tenían la misión de vigilar el cielo y las fuentes de agua, siendo responsables también de la caída de la lluvia. Mientras tanto, en la antigua cultura japonesa los dragones eran criaturas amables y sabias que ayudaban a los seres humanos. Por ello pueden encontrarse en el emblema de la familia imperial.

Entretanto, en las culturas indígenas de América también se pueden encontrar dragones, aunque más relacionados con el mundo marino que con el terrestre. Por tanto, se les asociaba con el inframundo. Ejemplo de ello es el dios dragón de los olmecas, representado en esculturas de piedra, platos y códices. Según narran estos registros arqueológicos, el dios dragón tenía características tanto del jaguar como de la anaconda, además que de su boca salían formas blancas que luego se convertían en nubes y palabras. El culto a esta deidad tuvo lugar entre el 1200 a. C. y el 400 a. C.