A medida que los organismos que mejor se enfrentan a los desafíos del entorno y al medio ambiente, son los que dejan más descendientes. Estas generaciones heredan los genes permitiendo tener éxito a sus progenitores. Asimismo, la selección natural preserva los genes que ayudan a los organismos a desarrollarse en su entorno. Por ejemplo, un gen mutado que transmite información para que en este caso los castores tengan dientes grandes sobre otros castores con dientes más pequeños, que les permitan cortar mejor los troncos de madera y realizar unos refugios más grandes. Puesto que esos castores con dientes más grandes obtendrían más alimentos y mejor abrigo que sus parientes de dientes más pequeños, eventualmente criarían más hijos, los cuales heredarían de los padres los genes para dientes grandes. Con el paso del tiempo, los castores de dientes más pequeños, menos exitosos, serían cada vez menos. Y después de varias generaciones, todos los castores tendrían los dientes grandes.
Las estructuras, los procesos fisiológicos o las conductas que ayudan a la supervivencia y a la reproducción en un ambiente específico se designan “adaptaciones”. Casi todas las características que tanto admiramos en otros seres vivos, como las patas largas de los ciervos, las alas majestuosas de las águilas y las columnas poderosas de los troncos de los árboles secuoyas; son adaptaciones formadas durante millones de años de mutaciones aleatorias o fortuitas y selección natural.
A lo largo de miles de años, la interacción del medio ambiente, la variación genética y la selección natural han dado como consecuencia “la evolución”: la modificación en las frecuencias genéticas de las poblaciones. Se trata de cambios que han sido documentados muchas veces tanto en laboratorios como en ambientes naturales. Por ejemplo, los antibióticos han actuado como agentes de la selección natural sobre poblaciones de bacterias, estimulando la evolución hacia formas de bacterias resistentes a los antibióticos.
Lo que alguna vez ayudó a sobrevivir a un organismo, más adelante podría transformarse en un impedimento para éste. Si el medio ambiente cambia, como se insinúa con el calentamiento global, la composición genética cambiará que mejor se adapte a los organismos a su ambiente también cambiará con el paso del tiempo. Cuando nuevas mutaciones aleatorias aumentan la adaptabilidad de un organismo a un ambiente trastornado, tales mutaciones se difundirán por toda la población. Las poblaciones de una misma especie que viven en un medio ambiente cambiante estarán sujetas a distintos tipos de selección natural. Si las diferencias son justamente formidables y continúan durante el tiempo necesario, ocasionarían que las poblaciones fuesen bastante diferentes como para reproducirse entre sí (una nueva especie evolucionaria). No obstante, si no ocurren mutaciones favorables, un ambiente que cambie castigaría a algunas especies a la extinción.