Tanto la leyenda como el mito resultan ser manifestaciones colectivas, generalmente de tipo oral, conocidas, enseñadas y transmitidas de generación en generación por casi todos los miembros de alguna comunidad y que reflejan parte de sus ideas más generales acerca de sus orígenes y del sistema de valores éticos y morales establecido desde antaño. Su diferencia principal radica en que mientras el mito presenta referentes cosmogónicos e intenta una explicación sobre el origen de las cosas y las personas, involucrando para ello a los dioses, la leyenda, por otra parte, refiere historias de tipo más bien didáctico acerca de héroes nacionales o de costumbres y lugares propios de la comunidad.
Así, un mito siempre involucrará seres fantásticos, dioses y demonios, ubicados generalmente en el origen del tiempo, o en un tiempo diferente y anterior al tiempo histórico del pueblo que lo desarrolla, para tratar de explicar algún aspecto de la creación del mundo o de sus características particulares (el origen del mar, de los ríos, de las montañas, de las estaciones, de las estrellas, etc.). El conjunto de mitos de alguna comunidad específica se denomina su mitología, y de ello tenemos un referente primario y fundamental en la mitología greco latina, que nació primeramente en la antigua Grecia, siendo recogida en la obra de antiguos autores como Hesíodo, para transformarse luego con el advenimiento del imperio romano en un sistema de creencias que reflejaba tanto sus concepciones religiosas como su visión imperialista y monárquica del mundo sobre el que gobernaban.
Los mitos entonces construyen razones acerca de la existencia de las cosas y constituyen fundamentos de la cultura, en tanto que proporcionan una visión más amplia acerca de las creencias más íntimas y de los elementos inconscientes más profundos del colectivo dentro del cual se desarrollan. Mitos como el de la creación del mundo en siete días, la formación de los hombres a partir de arcilla o el origen del fuego son una muestra clara acerca de cómo se concibe el mundo y su organización a partir de las estructuras sociales y mentales propias de un pueblo en particular. Es por esta razón que se debe tener especial cuidado a la hora de juzgar los mitos con una mentalidad positivista que concluye que son relatos falsos, y que frente a ellos solo los hechos probados por la ciencia resultan verdaderos y confiables, desconociendo las complejas relaciones que este tipo de relatos tiene con la manera de entender y explicarse el mundo y, más aún, el hecho de que también la ciencia desarrolla sus propios mitos y su propia mitología sin que esto de ningún modo cuestione ni demerite su pretensión de acercarse a la verdad por sus propios métodos.
Por último, no todos los mitos se refieren necesariamente al origen primero de las cosas, y caben algunas formas de clasificación según la función que cada mito puede cumplir dentro del sistema de creencias de una comunidad dada. Así, los mitos de origen propiamente dichos, que narran la creación y la organización del mundo a partir del caos, muchas veces por medio de fuerzas oscuras y ciegas personificadas como gigantes o titanes, se denominan como mitos cosmogónicos, y dentro de esta categoría también es posible preguntarse si caben las explicaciones actuales que la ciencia da acerca de la creación del universo y de por qué este es como es. Ahora bien, autores como el mencionado Hesíodo se centraron más bien en explicar el nacimiento y las relaciones entre los distintos tipos de dioses y diosas en diversos relatos que reciben el nombre genérico de Teogonía, los cuales, por la misma razón, conforman la categoría de mitos teogónicos. Por otra parte, cuando lo que se narra es la creación de los hombres por los dioses se tienen entonces los mitos antropogénicos o antropológicos, que incluyen también aquellos que dan cuenta de la aparición de las leyes y el orden social imperante dentro de una comunidad.
Algunos pueblos hacen uso de mitos para exponer sus consideraciones morales acerca de la aparición del bien y del mal en el mundo y de su lucha como aspectos constitutivos de la sique humana o como entidades personificadas que toman la forma de ángeles y demonios, mientras que para otros pueblos los relatos que hablan acerca de su origen como nación diferenciada de las demás aparecen tan arraigados dentro de la cultura colectiva que constituyen verdaderos mitos fundacionales, como es el caso de la fundación de Roma por Rómulo y Remo, del nacimiento de los Estados Unidos cuando los peregrinos ingleses emigraron a bordo del Mayflower en busca de una nueva tierra prometida, o del establecimiento de la colonia bóer en Suráfrica luego del Grand Trek.
Finalmente, ciertos mitos no se refieren tanto al origen del mundo sino a su futuro final y tratan de explicar las causas que conducen a esto, por lo que son conocidos como mitos escatológicos. Últimamente, la popularización de ciertas tendencias y personajes dentro del mundo de la moda y de la cultura moderna ha dado lugar al nacimiento de los llamados mitos y leyendas urbanas, pero cabe aclarar que esto implica un uso del término muy distinto de su sentido clásico tal y como fue definido aquí.