¿Qué es la dictadura?
La dictadura es una forma de gobierno autoritaria en la que el poder recae sobre una sola persona o un grupo de personas. Está caracterizada porque quien ostenta el poder, o quienes lo ostentan, no puede ser controlado por ninguna institución política ni por el mismo pueblo. De igual forma, se les niega la participación a otros actores políticos, por lo que las elecciones o son inexistentes o son amañadas. De esta forma, cuando un dictador se encuentra en el poder, usualmente hace todo lo posible para permanecer en él, sin importar que ello implique vulnerar las instituciones, la libertad de expresión, la libertad de prensa, los derechos individuales, etc. El origen del término dictadura proviene de la Antigua Roma, en donde dictador hacía referencia a un magistrado que tenía poderes absolutos en casos de emergencia.
¿Cuáles son las características de la dictadura?
Las principales características de la dictadura son:
Gobierno de facto: en la mayoría de las ocasiones, los regímenes dictatoriales llegan al poder por medio de un golpe de Estado, gobernando de forma ilegítima y por la fuerza, de facto. En otros casos, los dictadores son elegidos democráticamente, de iure, y, una vez en el poder, transforman las leyes para darse poderes extraordinarios.
No hay separación de poderes: el dictador tiene poderes absolutos, por lo cual es él quien ejerce los tres poderes del Estado: judicial, legislativo y ejecutivo. De esta forma, nadie controla al dictador y este puede hacer lo que se le antoje, decretando leyes sin la aprobación del congreso, condenando a sus opositores sin juicios justos y ordenando acciones inmediatas.
El poder pertenece a una élite: una vez el dictador se instala en el poder, delega parte de sus funciones a personas de su confianza. Estas constituyen una élite que es invulnerable, pues cuenta con el favor del máximo gobernante. Así, el Estado pasa a funcionar a partir de la consideración que tenga el dictador hacia un funcionario, creando un sistema corrupto en el que las personas no ascienden por mérito, sino por simpatía al régimen.
Arbitrariedad en las decisiones: como el control recae sobre una sola persona o un grupo pequeño de personas sobre todos los asuntos del Estado, muchas veces se toman decisiones intempestivas, violando las normativas y las leyes vigentes, y sin conocimiento sobre las consecuencias. De esta manera, el destino de la decisión queda en manos del ánimo y la inteligencia de este grupo privilegiado.
Destrucción del Estado de derecho: con tal mantener el status quo, los regímenes dictatoriales suelen suprimir los derechos ciudadanos para que no haya un brote de oposición. Así, terminan violando el derecho al voto, el derecho a la protesta, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la libertad de asociación, el derecho a la propiedad privada, etc. Todo esto trae como consecuencia que la calidad de vida se reduzca considerablemente y que la libertad de los ciudadanos se vea restringida por un Estado fuertemente policial y autoritario que busca controlar todos los aspectos de la vida.
Eliminación o manipulación de las elecciones: para asegurar el poder, los regímenes dictatoriales suelen eliminar los procesos electorales y suelen manipularlos a su antojo, pues cuentan con la autoridad para controlar los organismos que regulan los comicios al interior del país. En muchas ocasiones, se prefiere manipular las elecciones antes que eliminarlas para darle legitimidad al gobierno de facto, de forma que la comunidad internacional y las mismas personas al interior del país crean que el régimen tiene apoyo popular.
Censura y control de los medios de comunicación: para que no se publiquen reportes, noticias u obras artísticas contra el régimen, se suelen censurar los medios de comunicación y la libertad de expresión. Esto incluye el cierre de periódicos y canales de televisión opositores, la prohibición de libros y películas, la censura o transformación de ciertas escenas de otros libros y ciertas películas, y la creación de un fuerte aparato de propaganda que busca legitimar y exaltar las acciones del dictador mientras asocia toda manifestación de oposición con terrorismo, vandalismo o invasión extranjera.
Supresión de los partidos políticos: dado que el dictador no quiere perder el poder, los partidos políticos son eliminados o pierden su protagonismo dentro de la política. De esta manera el régimen consigue que no haya una fuerza que se le pueda oponer y que pueda reunir a los ciudadanos opositores e indignados. Para cerciorarse de esto, los regímenes suelen prohibir las reuniones políticas, hacer ilegales los partidos y las demás organizaciones políticas, transformar la constitución para construir un estado unipartidista o encarcelar o asesinar a los principales dirigentes de los partidos políticos.
Represión: las dictaduras suelen reprimir toda manifestación y oposición a su gobierno con la intención de seguir concentrando el poder. Esto se evidencia en prácticas como el toque de queda, el cierre de medios de comunicación que hagan denuncias contra el gobierno y la prohibición de los ciudadanos a salir del país. En muchos casos, la oposición es perseguida y eliminada sistemáticamente, asesinando, intimidando, desapareciendo, encarcelando o condenando al exilio a sus principales pensadores.
Dictador eterno: dado que se suprimen o manipulan las elecciones y se configuran las leyes y en algunos casos las constituciones, la duración de la dictadura no suele estar determinada. De esta forma, los periodos dictatoriales suelen prolongarse mucho más que un mandato presidencial normal, hasta que el dictador pierde el apoyo de los sectores de la sociedad que lo llevaron al poder y que lo legitimaban, como podría ser el caso de las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Así, las dictaduras suelen ser derrocadas por medio de un plebiscito en donde los ciudadanos eligen o no seguir con el régimen, con elecciones justas o por medio de una revolución armada.