Desde sus orígenes históricos, los pueblos nómadas de la frontera norte significaron una preocupación constante para las dinastías chinas y en varias ocasiones estos invadieron y lograron establecer reinos independientes del gobierno imperial y más o menos estables. Como prueba de ello hasta hoy queda la impresionante construcción de la Gran Muralla China, la cual, a pesar de que su diseño actual data de los tiempos de la dinastía Ming, entre los siglos XIV a XVII, no es más que la reconstrucción de múltiples murallas defensivas construidas por las dinastías previas en el norte desde los tiempos de Qin y Han, y quizá antes incluso.

Pero para nadie era posible prever el giro drástico que tomaron los acontecimientos en el siglo XIII, cuando un nómada jefe guerrero llamado Temujín unificó a todas las tribus del desierto y la estepa en una incontenible máquina de guerra y la lanzó a la conquista del mundo, construyendo de este modo el más grande de todos los imperios de la tierra, frente a cuya extensión palidecen los logros de los otros grandes imperios de la antigüedad, y cuya gesta es solo comparable, en alguna medida, con la de Alejandro Magno de Macedonia, más quince siglos atrás.

Este jefe mongol pasó a la historia con el nombre más conocido de Genghis (Chinguis) Kan, y los datos de su biografía parecen dignos de la más apasionante ficción, por más de que su recuerdo quedó en la memoria de los pueblos conquistados por él como una figura siniestra, símbolo de muerte y destrucción por donde quiera que pasó.

Nació posiblemente en 1162 d.C., hijo de Yesugei Bahadur, un importante jefe tribal de los Borjigun, los descendientes de la Loba Azul, y las leyendas cuentan que vino al mundo apretando un coágulo de sangre en su mano, lo cual era la señal de que estaba destinado a unificar toda la tierra bajo su mando. Sin embargo, su padre murió envenenado cuando el joven Temujín tenía quizá diez años, y su familia debió buscar entonces la manera de sobrevivir, pues los clanes que habían jurado lealtad a Yesugei se retiraron debido a la inexperiencia de su joven heredero. Además, otros clanes rivales buscaron ganar la posición de poder mantenida antes por Yesugei, por lo que Temujín tuvo que luchar por su vida y sus derechos desde su infancia.

Pero pronto el joven kan empezó a conseguir nuevos adeptos y su clan empezó a ganar nuevamente la relevancia que le correspondía entre todas las tribus nómadas de la estepa. Para finales del siglo, la corte de Jin realizó diversas incursiones de sometimiento en contra de los tártaros que amenazaban sus fronteras septentrionales, para lo cual hizo alianza, entre otros, con los mongoles de Temujín, lo cual contribuyó a asentar aún más su preponderancia. A principios del siglo XIII, luego de someter a las demás tribus rivales, Temujín fue proclamado khakan

(señor de señores) de las tribus nómadas de la estepa, logrando de este modo unificar toda Mongolia.

Luego de esto, el nuevo kan pudo dirigir sus fuerzas al objetivo de apoderarse de los ricos terrenos y las populosas ciudades de China, lo cual había sido el sueño inmemorial de todas las tribus de la estepa. En el transcurso de la década siguiente, Genghis Kan adelantó una serie de brillantes campañas militares que le llevaron a derrotar a los tanguts del reino de Xia occidental y a la dinastía Jin del norte de China (Pekín fue tomada por uno de sus generales en 1214 d.C.), así como al kanato independiente de Kara-kitai, antes de dirigirse luego hacia occidente, pues nuevos problemas surgieron entre los reinos musulmanes del oeste que demandaron la atención del gran kan.

En el año 1227 d.C., Genghis Kan murió mientras retornaba a sus dominios en el centro del Asia para imponer el orden entre algunos de sus reinos vasallos, que amenazaban con rebelarse. Su tarea de expansión fue continuada luego por sus hijos y nietos, los cuales, en el trascurso del siglo, terminaron la conquista completa de China luego de vencer al reino sureño de Dali y cerrar de este modo la pinza en torno a la dinastía Song del sur, la cual fue finalmente conquistada en 1279 d.C., con lo cual China fue de nuevo reunificada y sometida al gobierno de la dinastía Yuan (extranjera), establecida por Kublai, nieto de Genghis y primer emperador Yuan de toda China.