Estructura de las palabras

Las palabras se estructuran a partir de componentes lingüísticos llamados monemas. De este último pueden diferenciarse dos clases: lexema y morfema, el cual, a su vez, puede diferenciarse en morfema flexivo o derivativo. Así, las palabras están compuestas por:

Lexema: también conocido como raíz, es la parte a partir de la cual se construyen las palabras. Muchas veces la palabra está compuesta solamente por el lexema y otras veces funciona como un monema más. Por ejemplo: Sol.

Morfema flexivo: son los morfemas que añaden información al lexema en cuanto al género y el número de este. Por ejemplo: Conejo, coneja, conejos, conejas.

Morfema derivativo: son los morfemas que transforman el significado del lexema. Estos pueden ser prefijos, cuando van antes que la raíz; sufijos, cuando van después de la raíz, pudiendo ser diminutivos, aumentativos y despectivos; e interfijos, que unen los diferentes monemas sin tener un significado específico. Por ejemplo: antisemita (anti-semita); biología (bio-logía); ensanchar (en-s-anchar).

Tipos de palabra

De acuerdo a su estructura, las palabras pueden clasificarse en:

Palabras simples: cuando las palabras sólo están conformadas por el lexema. Por ejemplo: sol, raíz, pan, agua, etc.

Palabras compuestas: cuando las palabras están conformadas por dos lexemas. Por ejemplo: sacacorchos, abrelatas, aguamarina, pelirrojo, agridulce, bajorrelieve, hispanohablante, etc.

Palabras derivadas: cuando las palabras están conformadas por un lexema y uno o varios morfemas, derivando el significado de una palabra en otro más específico. Por ejemplo: papelería, cantante, arboleda, artístico, cultural, etc.

Palabras parasintéticas: cuando las palabras están conformadas al mismo tiempo como palabras compuestas y derivadas. Por ejemplo: quinceañera, paraguazo, etc.