Nuestros sentidos (la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto) y los órganos correspondientes en los que se originan (ojos, oídos, piel, lengua y nariz), llamados órganos receptores, tienen como especialidad proporcionar consecutivamente al cerebro información sobre el estado del cuerpo y el medio que lo rodea.

Los órganos receptores recogen y captan los estímulos ambientales y reaccionan frente a ellos por medio de impulsos nerviosos electroquímicos que viajan a través de las neuronas hacia el cerebro, el cual provoca a los músculos a originar una acción como respuesta. Es lo que sucede cuando alejamos la mano de una llama, por ejemplo.

Regularmente, excluimos el 99% de las visiones, sonidos y demás sensaciones de nuestro entorno. Si ello no fuera así, la sobrecarga sensorial alteraría el sistema nervioso.

  1. El Ojo: Los ojos son dos esferas gelatinosas cuya estructura, similar a la de una cámara fotográfica, les permite reunir, dirigir y filtrar la luz producida por las vibraciones de los cuerpos luminosos y enviarla al cerebro en forma de impulso eléctrico. Como resultado de este proceso en el que intervienen la córnea, la pupila, el cristalino, el iris, la retina y demás componentes internos y externos de estos prodigiosos órganos, se produce la visión.
  2. El Oído: Si los ojos funcionan como cámaras fotográficas, los oídos lo hacen como antenas receptoras de sonido. Los oídos constan de tres partes: el oído externo, formado por el pabellón auricular y el conducto auditivo externo; el oído medio, separado del externo por el tímpano y constituido por la caja timpánica que contiene tres huesillos conocidos como (martillo, yunque y estribo); y por último el oído interno, que comprende el laberinto, el cual está a su vez constituido por el utrículo, el sáculo y los conductos semicirculares encargados del equilibrio, y el caracol, en donde está el conducto coclear que aloja al órgano de Corti o de la audición.
  3. La Nariz: Íntimamente ligado al sentido del gusto, ya que comparte varias zonas y vías comunes, el sentido del olfato se activa gracias al trabajo de la nariz y las fosas nasales. Para poder oler, el aire cargado de moléculas olorosas debe alcanzar los epitelios, situados por encima y por detrás del puente de la nariz. El verdadero órgano del olfato es la pituitaria amarilla, al interior de las fosas nasales, ya que allí se encuentran las terminaciones nerviosas especializadas que captan los estímulos olorosos y los envían al cerebro.
  4. La Lengua: El sentido del gusto reside en la lengua, un órgano musculoso cuya superficie está llena de millares de salientes microscópicos llamados papilas.

En las papilas se encuentran las olivas del gusto o botones, en cuyo interior se alojan las terminaciones nerviosas gustativas. Cuando comemos, el alimento penetra en la papila, donde entra en contacto con las neuronas encargadas de informar al cerebro del sabor de los que acabamos de comer.

  1. La Piel: Es el mayor órgano del cuerpo. Su extensión alcanza los 1, 7 metro cuadrados y pesa aproximadamente 3 kilos. Cada centímetro cuadrado contiene cientos de terminaciones nerviosas libres que operan como receptores sensoriales. Formada en su conjunto por células epiteliales y tejido conjuntivo, está dividida en dos capas: la exterior, llamada epidermis y la interior llamada dermis.