¿Qué es la República de las letras?
La república de las letras, también conocida como República literaria, fue una comunidad de intelectuales europeos y americanos que tuvo su operación entre el final del siglo XVII y el siglo XVIII. Dada la época, estos intelectuales se enviaban cartas manuscritas entre sí para poder comunicarse, con lo cual formaron una red internacional de conocimiento que superaba las limitaciones geográficas. Sólo Voltaire redactó más de 20.000 cartas a todo el mundo, con lo cual puede verse el alcance de este grupo. De hecho, el nombre de la comunidad proviene de estos escritos, pues anteriormente se llamaba letras a las cartas. En un comienzo, las misivas se escribían en latín; aunque después pasaron a ser redactadas en francés, consolidando a París como la capital de las luces.
El origen de la República de las Letras se remonta a la Ilustración, cuando se promulgaba que la ciencia y el conocimiento transformarían la sociedad y que, por tanto, debían estar al alcance y al servicio de todos. Aun así, muchos autores señalan que la Ilustración y la República fueron dos acontecimientos distintos entre sí pese a la influencia que la una ejercía sobre la otra y viceversa. Así, la República se fundó como una sociedad autoproclamada de científicos y académicos franceses, la cual más tarde extendió sus fronteras abandonando el territorio nacional. Aun así, no se puede hablar de un movimiento universal, pues, debido al pensamiento de la época, la República estuvo conformada únicamente por hombres. Un antecedente claro de este esfuerzo intelectual se puede encontrar en la misiva que le envió Francesco Barbaro a Poggio Bracciolin el 6 de julio de 1417, donde hablaba de la Respublica literaria. El término luego se popularizó en los siguientes siglos hasta que fue finalmente traducido al francés en 1684 por Pierre Bayle en su Nouvelles de la République des Lettres.
Ya para la primera mitad del siglo XVII, los intelectuales comenzar a agruparse en establecimientos académicos permanentes tanto en Londres como en París, organizaciones que además recibieron patrocinio de la realeza. De esta manera, se fundó la Royal Society en 1662, la cual funcionó como el eje sobre el cual orbitaron los intelectuales de toda Europa, incluido Isaac Newton, quien llegó a ser presidente de la Royal Society entre 1703 hasta 1727, cuando murió. A comienzos del siglo XVIII, empezaron a surgir más academias en Europa y América. Así, se fundaron no sólo instituciones como la Academia Francesa y la Académie des sciences, con un carácter universal sobre el conocimiento, sino también instituciones académicas con campos de acción más específico, como la medicina, la cirugía y las lenguas antiguas, entre otros. La República de las Letras estuvo estrechamente asociada con estas instituciones, pues la mayoría de sus miembros pertenecían a alguna de estas. Además, los intelectuales encontraron en estos lugares un espacio donde comunicar sus ideas al público, donde tomar aprendices y donde fortalecer sus vínculos con la sociedad y sus colegas.
Dado el surgimiento del método científico durante el siglo XVIII, las academias empezaron a sustituir las cátedras y las conferencias por cursos prácticos y salas de experimentación. La influencia de estas academias creció tanto, que en un determinado momento las misivas comenzaron a intercambiarse ya no entre personas, sino entre academias e instituciones. También es de notar que, antes de la creación de estas instituciones y durante su funcionamiento, fueron de vital importancia los salones y las tertulias, donde los intelectuales de una ciudad, región o país se reunían para compartir sus conocimientos y debatir varios temas. Así, la República de las Letras encontró un lugar donde reunirse en las cenas que organizaba Marie-Thérèse Geoffrin. Dado que estos salones eran muchas veces organizados por la nobleza y la clase alta para su propio entretenimiento, los intelectuales de la época encontraron además un lugar donde conseguir apoyo y patrocinio a sus propios proyectos.
Además de las instituciones académicas y los salones, la República de las Letras se vio promovida por las revistas y las distintas publicaciones que se hicieron en la época. Así, surgieron semanarios, jornales y periódicos eruditos como Journal des sçavans, la ya mencionada Nouvelles de la République des Lettres y Bibliothèque Universelle. Junto con los libros, estas publicaciones consiguieron que la información circulara de una forma más eficiente entre el público en general y entre los miembros de la República de las Letras. Sin embargo, dado que el número de lectores de estas publicaciones creció exponencialmente, la República se vio transformada en la “provincia de los curiosos”, pues el público en general estaba interesado en las reseñas de libros y en las discusiones entre intelectuales más que en las teorías y los textos científicos. En consecuencia, el lenguaje y los temas tratados en estos periódicos se adaptó al público, reduciendo su utilidad para la República de las Letras.