La caída de la dinastía Tang en el año 907 d.C. fue seguida por un periodo de anarquía y fragmentación, conocido luego como el periodo de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos, que duró hasta el 960 d.C., y durante el cual el territorio chino se vio nuevamente dividido entre numerosos poderes rivales, que luchaban entre sí por lograr la hegemonía suprema. Las Cinco Dinastías se sucedieron unas a otras en el norte de China, mientras que en el sur se asentaban los Diez Reinos, que coexistieron con tensiones entre ellos, cada uno establecido en una región particular. Paralelo a esto, en la frontera nororiental del país se formó un inmenso reino de origen extranjero, llamado imperio Kitán, el cual se mostró mucho más perdurable que los demás reinos de este periodo y que habría de jugar un importante papel en los acontecimientos posteriores a la caída de Tang.
La primera de las Cinco Dinastías fue fundada cuando Zhu Wen, un influyente jefe militar del imperio, logró consolidar el poder suficiente para imponerse sobre el emperador Zhao Zong de Tang, al que mandó a asesinar en 904 d.C., poniendo como sucesor a un emperador niño de trece años, Ai Zong, hijo del anterior. Tres años después, Zhu Wen obligó a Ai Zong a dimitir y proclamó su propia dinastía, a la que llamó Liang (conocida como Liang posterior, para diferenciarla de las dinastías homónimas de los periodos anteriores de los Dieciséis Reinos y de las dinastías meridionales y septentrionales), proclamándose él mismo emperador. Su nombramiento no fue unánimemente reconocido y en el vacío de poder subsiguiente se establecieron varios reinos independientes en el sur de China, mientras que el nordeste se fundaba el estado de Liao por los kitán, una confederación de tribus de origen altaico que habitaban en ese momento los actuales territorios de Manchuria y Mongolia. Este último estado fue asumiendo progresivamente las formas chinas, al punto de que su fundador terminó adoptando el título de emperador (Huang Di) en 916 d.C. y estableció su propia dinastía en contra de las costumbres ancestrales de los nómadas del norte.
Poco después, en 923 d.C., la dinastía Liang posterior fue derrotada por un general rival, Li Tsun Hsu, que se hizo con el trono imperial y estableció entonces la dinastía Tang posterior, reunificando gran parte del norte de China. Pero su reinado gozó de pocos años de estabilidad y no pasó mucho tiempo antes de que las revueltas se sucedieran de nuevo, las cuales terminaron por precipitar la caída de la dinastía en 936 d.C., cuando el general Shi Jingtang se alió con el gobernante del estado de Liao y venció a los Tang, siendo entronizado como nuevo emperador de la dinastía Jin posterior, aunque obligado de rendir tributo a los kitán de Liao.
Como cabía esperarse, los kitán no dudaron en atacar poco después a sus propios aliados de Jin, llegando a tomar su capital de Kaifeng en 946 d.C., y derrocando de este modo a la dinastía que ellos mismos habían ayudado a entronizar. Sin embargo, los kitán se retiraron nuevamente a sus dominios septentrionales en el transcurso del año siguiente, circunstancia que fue aprovechada por un nuevo jefe militar llamado Liu Zhiyuan para entrar en la capital y hacerse proclamar emperador de la nueva dinastía Han posterior, la cual resultó ser la más efímera de las cinco.
En 951 d.C., el general Guo Wei dio un golpe de estado y se erigió como cabeza de su propia dinastía, la última de este periodo, llamada de Zhou posterior. Los gobernantes de esta dinastía se enfrentaron tanto a los kitán como a los reinos del sur, logrando múltiples victorias en su afán por extender su reino y reunificar el país una vez más. Lamentablemente, a pesar de que la dinastía se reveló como una fuerza vigorosa y expansiva que pretendió dominar nuevamente sobre toda China, su proyecto se vio truncado por la prematura muerte de sus más capacitados emperadores. En el año 960 d.C., de nuevo otro general rebelde, Zhao Kuangyin, dio un golpe de estado al gobierno de Zhou y se apoderó del trono imperial del norte de China, finalizando así el periodo de las Cinco Dinastías y dando origen a su propia dinastía, Song. El resto de los reinos independientes fue conquistado por los Song en los años siguientes y la reunificación de China fue realizada por fin en el año 982 d.C. A pesar de todo, su dominación no fue total, y los Song debieron tolerar, incluso reconocer, la existencia del imperio Kitán en su frontera norte y la creación del reino tangut de Xia occidental, los cuales coexistieron durante buena parte de su reinado.